lunes, 22 de noviembre de 2010

Cementerio La Primavera de Maracay. Arte Funeraria: retratos.

Puede leerse en Wikipedia que el retrato (del latín retractus) es, en términos generales, una expresión plástica o literaria de la figura, el carácter o el estado de ánimo de una persona. Esta expresión no es necesariamente fiel a las características del sujeto representado, pero requiere en cambio la referencia mínima que vincule a éste con su representación: un nombre, un atributo o una descripción narrativa.

En este sentido, el retrato es “intencional” cuando muestra rasgos generales comunes a muchas personas, pero que se individualiza con la identificación de quien se pretende representar: “María Pérez”, por ejemplo, o bien “ésta es mi mamá”. Si a este tipo de representación se conectan valores relacionales entre la imagen y la persona, se habla de retrato “simbólico”, común en la iconografía religiosa. El retrato es “tipológico” cuando, sin asemejarse todavía a la persona representada, se muestran una serie de elementos que circunscriben a dicha persona a una categoría determinada de individuos (atributos particulares u objetos relacionales, vestimenta, etcétera); requiere todavía de la identificación expresa. El retrato es, en fin, “fisonómico” cuando reproduce con fidelidad los rasgos somáticos o psicológicos del representado. Esta reproducción “fidedigna” puede ser realizada a partir de testimonios de terceros y de la impresión o concepto que de la persona a representar se haya formado el artista a partir de dichos testimonios. Se hace referencia entonces de un retrato “de reconstrucción”.

Los primeros retratos de la historia en el hemisferio occidental fueron de tipo escultórico o de bulto, y se conocen manifestaciones muy antiguas de este tipo de expresión plástica. Sin embargo, es en la Grecia del siglo IV a.C. donde surge el verdadero retrato fisonómico, el cual será enfatizado más tarde por la cultura romana. Entre los siglos II y I a. C. el retrato fisonómico deja de ser exclusivo para soberanos y notables, y comienza a ser utilizado por personas ordinarias. Por la misma época se difunde particularmente el retrato de bulto con fines honoríficos y funerarios.

Los retratos de tipo pictórico hallados en las necrópolis egipcias del distrito de El Fayum son considerados entre los más antiguos de tipo fisonómico que representan a personas ordinarias, pero pertenecientes a familias adineradas. Datan de la época de dominio romano en Egipto (siglos I-III d.C.), aunque manifiestan origen helenístico, y sustituyeron la acostumbrada máscara funeraria del ritual mortuorio egipcio. Probablemente eran pintados en vida de la persona sobre madera o lienzo, para ser luego colocados, al morir, sobre el rostro de su momia. Estos retratos eran por tanto objetos sagrados, y representaban la inmortalidad de los representados, así como la garantía de ser identificados con claridad en su viaje al reino de Osiris (Retratos Funerarios del Antiguo Egipto, 2009).

Con el tiempo y con los cambios sociales, las motivaciones hacia el retrato funerario van tomando un cariz cada vez más mundano, tal como comenta Georges Duby (1993, p. 242):
Cuando los donantes solicitaron a los artistas que los representasen no ya dormidos en la paz divina y en el anonimato de los elegidos, sino bajo apariencias de vida más evidentes, bajo los rasgos identificables de su individualidad.… estaban animados por sentimientos más profanos. Querían ante todo que se pensase más en ellos. Esta sepultura no era la de cualquiera sino la suya.… la tumba es un llamamiento a los vivos. El difunto reclama plegarias a los que pasan. Las reclama para si mismo, para su salvación personal, la vertiente egoísta de la piedad se expresaba también en esta preocupación por distinguir la tumba con un signo personal. Sobre la mayor parte de las sepulturas privadas, sobre las losetas compradas a los artesanos que las fabricaban en serie, los símbolos heráldicos, la inscripción de un nombre, bastaban para designar la identidad del difunto. Pero los grandes mecenas quisieron que, sobre sus tumbas, hubiese un retrato que se les asemejara…. el rostro de las estatuas yacentes se transformó así en el campo privilegiado en el que los artistas del siglo XIV practicaron la observación de lo accidental.
No obstante, la preocupación por imprimir su marca sobre esta obra de arte esencial que era el monumento funerario es paralelo a otro deseo, menos consciente tal vez pero igualmente contradictorio con el espíritu de renuncia. Fijar sus rasgos en la piedra significaba protegerlos de los estragos de la muerte, vencer las fuerzas destructoras, perdurar. El rostro irreal de las estatuas yacentes del siglo XIII proclamaba la misma victoria, pero la transfería al más allá. Los hombres quisieron sobrevivir igualmente en este mundo, bajo su verdadero rostro.


A mediados del siglo XIX las motivaciones hacia el uso del retrato funerario parecen haber sido en esencia parecidas a las del siglo XIV para la boyante sociedad de la revolución industrial. De manera que en los cementerios tradicionales, sobre todo en aquellos creados en los centros de poder, puede observarse retratos de bulto como los de Don Fernando S. Bolívar (s.f.), Doña Luisa A. de Ricardo (1892), Doña Manuela O. de Robaina (1933), Nieves Amelia Mosquera (s.f., 0bra de Angel Cabré y Magriñá, fotografiada por Doménico Casasanta. Ver foto siguiente), y Doña Eva C. de Delgado (1937?), que, entre otros, se aprecian en el “Cementerio General del Sur” de Caracas y son analizadas por Da Antonio (1984).

Actualmente, es factible que la motivación más generalizada -y menos pretenciosa- del retrato funerario sea la de mantener vivo el recuerdo del ser querido, al menos en los casos en que el mismo ha sido encargado por los deudos. Ello no descarta sin embargo la posibilidad de una velada intención, tal vez inconsciente, de obsequiar al difunto o difunta -e incluso a si mismos- cierta ilusión de incorruptibilidad física.

La fotografía, surgida en la segunda mitad del siglo XIX, democratizó la presencia del retrato en los cementerios, principalmente en razón de su relativo bajo costo. Hoy día constituye, junto con la lápida, uno de los pocos elementos de arte funeraria que mantienen vigencia.


Retratos escultóricos. Seis retratos escultóricos han sido encontrados en el cementerio La Primavera, cuatro de ellos de bulto redondo[1] y probablemente de tipo fisonómico. Los dos restantes son altorrelieves y responden más bien a la categoría de retrato tipológico.

Dentro del primer grupo destaca la cabeza del capitán Jesús Zafrané, la cual forma parte de una estela de características déco dedicada a su memoria, realizada en piedra artificial posiblemente hacia 1936, y de autor desconocido. El tratamiento más bien esbozado del rostro hace dudar a ratos sobre la fidelidad fisonómica. Llama en cambio la atención el cuidado detalle en el uniforme de piloto que viste el personaje, que sin duda testimonia la época de representación del difunto. El cuello y las solapas del abrigo, expresados con vigoroso trazo, delimitan con efectividad la parte inferior de la cabeza y otorgan al retrato una impresión de busto.[2]




Dos bustos propiamente dichos pueden ser apreciados en el interior de la nave central del Mausoleo de Juan Vicente Gómez (1919). Ambos están realizados en mármol, y acerca de su posible origen apenas conocemos la información aportada por Botello (2007, p.104):[3]

La obra [el mausoleo, diseñado por Antonio Malaussena] estuvo a cargo del ingeniero Emilio Lachalle o Lachell, como nos informó en 1971 mister Percival Quilton, personaje trinitario muy conocido en la ciudad y quien prestó servicios al lado del citado ingeniero en el desarrollo de la construcción y luego por Epifanio Balza Dávila, asesorado por el ingeniero Ricardo Razetti; los mármoles fueron tallados por Pigna [subrayado nuestro]; las verjas y ornamentaciones elaboradas por Juan Ronsó y las pinturas por Jacobo Capriles.



Botello puede estar refiriéndose bien a José Pigna, autor de varios de los bustos en bronce de próceres que preceden el Arco de Triunfo en el Campo de Carabobo (Silva, 1999), o bien a Francisco Pigna, uno de los varios inmigrantes italianos, por lo general escultores, que instalaron firmas marmolistas en Caracas a fines del siglo XIX y que ganaron prestigio en todo el país con la producción o provisión de obras conmemorativas épicas y funerarias, de carácter público o privado. Estas empresas solían responder a encargos particulares con la provisión de copias escultóricas o de obras originales, por lo general retratos, elaboradas en canteras y talleres italianos o nacionales, que eran de su propiedad o que estaban asociados comercialmente a la empresa. Hasta el momento no se ha encontrado menciones precisas de Francisco Pigna como autor, salvo quizá, en un listado de obras de arte contenidos en el Panteón Nacional, donde su nombre aparece asociado a una placa conmemorativa en mármol, titulada “Ofrenda de la Colonia de Curazao” y fechada en 1921 (Decreto N° 1.885, 2002).

Los bustos en cuestión se ubican a la izquierda y a la derecha de la cabecera de las fosas cuyas lápidas identifican a quienes fueron, respectivamente, hermano e hijo del general Juan Vicente Gómez, a saber: (a) Pedro Gómez, al sur, fallecido en 1918, y que parece coincidir con quien Botello (2007, op.cit.) se refiere como César Gómez,[4] víctima de la gripe española (foto superior); y (b) general José Vicente Gómez Bello, fallecido en Europa en 1930 (foto inferior). Se conoce además -por medio de imágenes fotográficas publicadas- los rostros del general Juan Vicente Gómez y de su hijo Alí Gómez Bello (los otros dos difuntos que ocupan el ala central del mausoleo), lo cual permite suponer que tales retratos -de aires neoclásicos y fina factura- podrían corresponder a las primeras personas mencionadas [5].






El cuarto y último retrato escultórico fisonómico corresponde al Dr. Amadeo Camperos, fallecido en 1948. Es también el único realizado a figura entera, y fue mandado hacer en Italia por su viuda, mediante la firma de F. Roversi M., tomando como modelo una imagen fotográfica del personaje (N. Marín, nieta del difunto, conversación telefónica, Marzo 28, 2010). Tal vez por acuerdo de quien la encargara, el anónimo escultor habría realizado una reproducción fidedigna de la imagen sin posibilidad de aporte creativo alguno, salvo quizás el árbol talado en el que se apoya el homenajeado, con un retoño en unos de sus muñones, que parecería ser una referencia simbólica a la vida después de la muerte.




Dos paneles en bronce con altorrelieves, que a manera de estelas se encuentran adosadas a las paredes de fondo de las alas norte y sur del Mausoleo de Juan Vicente Gómez, parecen constituir apologías al coronel Alí Gómez, fallecido a los veintiséis años de edad a causa de la gripe española, el 07 de noviembre de 1918. La estela del ala sur representa una escena de coleo de toros, actividad lúdica en la que el joven difunto habría destacado (Botello, op. cit.).



La estela del ala norte representa una escena de corte militar, en probable alusión a su rango. A propósito de tal rango, Bolívar (2001, p. 117) escribe:

…”a su muerte [el coronel Alí Gómez] era el Jefe del Regimiento Sucre N° 2, por cuya razón el Ministerio de Guerra y Marina a través de la Inspectoría General del Ejército, dispuso entre otras cosas… ‘Que un Batallón del Regimiento de Infantería Sucre N° 2, que estaba a su mando, con banderas enlutadas, tambores a la sordina y la Banda de la Brigada a la cabeza, concurra a rendir los honores correspondientes…’ (Boletín N° 75 del Archivo General de La Nación, pp.245)”.




Aun cuando no se distinguen rasgos fisonómicos precisos del coronel Alí Gómez en alguno de los personajes de ambas ambientaciones, es dable pensar, por el ya señalado carácter apologético las mismas, en retratos tipológicos del difunto, el cual podría estar representado en quien galopa tomando el rabo del toro, y en aquél que, montado en magnífico caballo, domina la escena militar.
De las dos estelas, la del ala norte muestra claramente la firma de Lorenzo González (LORENZO GONZÁLEZ/ CARACAS) en la esquina inferior derecha del cuadro central. Ambas, en tanto, revelan el talento y la destreza de su autor, evidentes en el manejo del espacio de representación, en el dibujo de la anatomía animal y en el dinamismo de la escena de coleo.


Retratos pictóricos. Apenas un ejemplar de retrato pictórico ha sido registrado en “La Primavera”. Se trata en realidad de un busto dibujado a grafito sobre papel, probablemente correspondiente a Juanita Navas, fallecida en 1997.




La tumba se encuentra protegida mediante rejas y resguardada con una cubierta metálica, lo cual no ofrece un ambiente suficientemente adecuado para este tipo de obras, realizadas con materiales que se deterioran con facilidad por acción de agentes climáticos y biológicos. Este retrato, enmarcado en madera y vidrio, muestra de hecho los efectos nocivos de la humedad, patentes en el descascarado y decoloración de la madera y el manchado del papel por los pigmentos exudados del marco. La obra en cuestión, de carácter popular y de autor aficionado, se encuentra acompañada por una foto en blanco y negro sobre papel - enmarcada en espejo y vidrio- que muestra una escena familiar (o más bien celebrativa). En tal contexto, el dibujo adquiere valor como manifestación afectiva a la difunta por parte de sus deudos.





Retratos fotográficos. A diferencia de los retratos escultóricos y pictóricos, los retratos fotográficos abundan en el cementerio “La Primavera” y su uso se mantiene vigente a juzgar por la presencia de imágenes de fallecidos en fechas recientes del siglo XXI. La mayor parte de ellos son impresiones sobre porcelana, y, aunque también son frecuentes las impresiones sobre papel, varias de ellas se han perdido por acción de los factores ambientales, principalmente radiación y humedad (ver foto siguiente, posiblemente de Belén Aponte, fallecida en 2004). Son raras en cambio las impresiones encontradas en esmalte sobre metal.




Las impresiones sobre porcelana y sobre esmalte muestran, casi invariablemente, forma ovalada –a manera de medallón-, e imágenes de busto del difunto o difunta en blanco y negro, en sepia o a color, delimitadas por una línea dorada y expuestas en forma vertical. El formato más frecuente es de 12 x 9 cm., aunque se consiguen de dimensiones mayores. Son contados en cambio los retratos a cuerpo completo, los de pareja y los de imágenes expuestas en forma horizontal o apaisada.

De acuerdo con los indicios encontrados en numerosos monumentos, habría sido usual el enmarcado de estos retratos bien con bordes metálicos ornamentados –tal como abundan, por ejemplo, en el cementerio metropolitano de Coro-, o bien con bordes de cerámica o porcelana coloreadas, adornados con motivos vegetales. Del primer tipo de marco, ninguno ha sido encontrado en el cementerio maracayero, y sólo dos hechos en cerámica y porcelana parecen haberse conservado en moderadas condiciones. El retrato enmarcado con flores de porcelana corresponde a Florencio Peraza, fallecido en 1957; el enmarcado con hojas de cerámica no ha podido ser identificado.









Otros tres retratos han sido hallados enmarcados mediante su embutido en horadaciones ad hoc hechas en el soporte, bien sea éste una estela, una lápida o un pedestal, en los monumentos funerarios de Andrés Silva Mirabal, fallecido en 1963, de Petra Key, fallecida en 1972, y de Víctor Manuel Bautista, fallecido en 1959, este último, por cierto, de formato circular. De factura más reciente, y tal vez como recurso ante la frecuente desaparición de los marcos añadidos, son los soportes de porcelana con una moldura en su borde que figura el marco, tal como puede observarse en el retrato a color de Aura Marina Guillén de Tablante, fallecida en 2007.







Sólo dos de los numerosos retratos sobre porcelana encontrados en “La Primavera” presentan firma en su borde inferior derecho: el del teniente coronel Manasés Eduardo Capriles, fallecido en 1952 y el de Luigi di Meco, fallecido en 1951 . En los mismos puede leerse, respectivamente, “Roversi ‘Bologna-Caracas’” y “FOTO. LAV. ZIONI. PESCARA”.






Apenas tres impresiones en sepia sobre esmalte han sido registradas en “La Primavera”, en condiciones moderadas de conservación: (a) el retrato de Regolo Nunziata de Carvallo, fallecida en 1972; (b) el que se encuentra adosado al pedestal del crucifijo de la plataforma donde yacen los restos de Felipa Tejada de Alvarado y de María Alvarado de Zambrano, fallecidas en 1962 y en 1964, respectivamente, y (c) el que en la actualidad permanece suelto sobre el edículo de la tumba de Dolores M. de Celis y Carmen C. de Montesinos, fallecidas en 1965 y en 1971, respectivamente.






Son de mencionar por su singularidad otros tres retratos: (a) una impresión en sepia sobre cerámica y de formato cuadrado de 20 x 20 cm., probablemente de Felícita Mirabal de Silva, fallecida en 1942; (b) una impresión de reflejo iridiscente sobre porcelana y de formato ovalado de 25 x 18 cm., con la imagen de una niña no identificada; y (c) una impresión en blanco y negro sobre porcelana, con una imagen de pareja expuesta en forma apaisada, ubicada en la plataforma donde yacen los restos de Arabia de Pérez y Máximo Pérez, fallecidos en 1965 y en 1967, respectivamente.






Los retratos sobre papel fotográfico encontrados en “La Primavera” manifiestan por su parte la espontaneidad de un homenaje postrero, íntimo y sencillo, a la persona fallecida. Unos se consiguen con marco y con cubierta de vidrio, y fijados ex profeso a los monumentos; otros se encuentran sujetos de cualquier modo al elemento de cabecera o compartiendo el interior de los edículos con imágenes religiosas. Estas fotos representan escenas cotidianas o de estudio, en las que aparece la imagen en vida del personaje fallecido, solo o bien en compañía de otras personas de su entorno íntimo. El resultado es una especie de álbum familiar, lícito espacio de convivencia entre vivos y muertos, y por ello, no exento de conmovedora nostalgia.







NOTAS:

[1] Una escultura de bulto redondo es aquella que puede ser contemplada desde cualquier punto de vista a su alrededor (wikipedia).

[2] (del latín bustum): escultura o pintura de la cabeza y parte superior del tórax (DRAE).

[3] No ha sido posible acceder al interior del mausoleo, en razón de lo cual se desconoce hasta el momento si ambas obras pudieran estar firmadas.

[4] Cordero Velásquez (1997) hace mención de esta persona como Pedro César Gómez (p.129). NPA.

[5] En su blog Historias de Maracay: Tiempos de la ciudad (entrada del 16-12-2013, "Iconografía de la muerte del general Juan Vicente Gómez"), la historiadora y docente Zandra Pérez identifica el primer busto como representación de Alí Gómez Bello, y el segundo, del General Juan Crisóstomo Gómez, hermano del General Juan Vicente Gómez (Cf. http://historiasdemaracay.blogspot.com/2013/12/iconografia-de-la-muerte-del-general.html?showComment=1387455537781#c384991067592702154). N.P.A.


FUENTES CONSULTADAS:

Botello, O. (2007). Toponimia antigua de Maracay: Calles, plazas, esquinas,
casas, sitios
. Maracay: Concejo Municipal de Girardot.

Bolívar, P. (2001). Maracay: Importante plaza civil y militar de Venezuela. Maracay: Autor.

Cordero Velásquez, L. (1997). Maracay: La meca del gomecismo. Caracas: Autor.

Da Antonio, F. (1984). Un siglo de escultura inédita en el Valle de Caracas, 1884-1984 [Catálogo]. Caracas: Museo de Arte Contemporáneo de Caracas. [Foto de busto de Nieves Amelia Mosquera, s.n/p.].

Decreto N° 1.885 (mediante el cual se declara Monumento Nacional el inmueble denominado Panteón Nacional). Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela N° 37.553, Octubre 21, 2002.

Duby, G. (1993). La época de las catedrales: arte y sociedad, 980-1420. [Libro en línea]. Disponible: http://books.google.co.ve/books?id=h6NHsdoXKMC&dq=retrato+funerario& [Consulta: 2010, Enero 24]

Real Academia Española. (2001). Diccionario de la Lengua Española (22a. ed.). [Libro en línea]. Autor. Disponible: http://buscon.rae.es/draeI/ [Consulta: 2010, Enero 18]

Retratos Funerarios del Antiguo Egipto. (2009, Diciembre 16). En Historiaweb [Página Web en línea]. Disponible: http://perso.wanadoo.es/historiaweb/egipto/retratos/indexretratos.htm [Consulta: 2010, Febrero 12]

Silva, C. (1999). La escultura en Venezuela en el siglo XIX y la presencia italiana. Caracas: Armitano.

Wikipedia: La enciclopedia libre. Retrato. http://es.wikipedia.org/wiki/Retrato [Consulta: 2010, Marzo 08]

domingo, 14 de noviembre de 2010

Cementerio La Primavera de Maracay. Arte Lapidaria, parte II.

Arte Lapidaria


2. Epigrafía. La lápida como documento debe en buena medida su carácter a la información que aporta a través de las inscripciones a las que sirve de soporte. Dichas inscripciones son conocidas como “epitafio”, el cual consiste, en su versión más común, en la mención del nombre completo del difunto o difunta, acompañado de las fechas de nacimiento y deceso de dicha persona. Estos datos básicos responden al objetivo principal del epitafio en cuanto recurso para la memoria; con el epitafio no sólo se busca impedir que el fallecido o fallecida caiga en el olvido, sino que también sea honrada con la adición de frases, pensamientos o versos alusivos a sus virtudes y logros personales, a circunstancias particulares de su vida o de su muerte -en ocasiones con consejas al lector, supuestamente derivadas de su propia experiencia-, o al vacío que ha dejado entre sus seres queridos.

A propósito de los cementerios tradicionales en Venezuela, Caraballo Perichi (2005, p. 3) señala la importancia del epitafio como sigue:

En estos espacios urbanos no sólo reposan los restos de aquellos ilustres –y otros no tan ilustres personajes protagonistas de nuestra historia reciente. La destrucción de muchos cementerios tradicionales … deja graves vacíos en la memoria de la colectividad. Esa pérdida no se limita a los restos materiales, sino a la información histórica contenida en las lápidas, que es a fin de cuentas el más importante archivo de fechas y nombres -cuando no el único- con el que cuentan muchas de nuestras localidades urbanas.

Domínguez Prieto (2006, p. 96) expresa la misma idea, si se quiere, de una manera más llana:

Una pregunta que detona la curiosidad de quien pretende conocer un cementerio es ¿Qué historias hay detrás de cada muerte? La única información que el visitante tiene a la vista es la que procede de los epitafios inscritos en las lápidas.
Muchas veces de un nombre y una fecha se pueden hacer muchas deducciones sobre qué clase de persona yace en una tumba. En ocasiones los sepulcros se convierten en multifamiliares que reciben los cuerpos de personas que en vida no tuvieron la oportunidad de conocerse. Donde descansan los restos de la abuela se encuentran también los del esposo de la nieta.
El elemento de continuidad más importante en los epitafios es la negación de que la muerte todo lo destruye y de que todo rastro de vida una vez enterrado se perderá en el olvido. Es por eso que en las frases encontradas en las lápidas es recurrente la referencia a una vida después de la muerte, la mayor de las veces permeada por la promesa de las religiones judeocristianas de una vida eterna.

La antigua Roma llamaba epigramas las inscripciones hechas sobre monumentos celebrantes y funerarios destinados a conservar la memoria de una persona, una cosa o un suceso de importancia. Por derivación, se llama epigrafía la “ciencia cuyo objeto es conocer e interpretar las inscripciones” (Real Academia Española, 2001).

En el cementerio “La Primavera” predominan los epitafios que sólo aportan la información básica sobre el difunto o difunta. Sin embargo, en la lectura de muchos de ellos –como bien comenta Domínguez Prieto- puede deducirse e incluso recrearse hechos y circunstancias relacionadas con la persona aludida, a veces con el refuerzo de un retrato, una fotografía familiar o cualquier otra imagen conexa, o bien mediante la observación de la lápida en su contexto, sobre todo en los casos en que el epitafio nada revela en forma expresa.

Son raros en este cementerio los epitafios extensos o muy elaborados. Entre ellos, y obviando las consideraciones sobre su posible valor literario, destaca como ejemplo de inscripciones de carácter lírico la que se encuentra en el monumento funerario de la familia Capriles Peñaloza, dedicada al coronel Manasés Eduardo Capriles, fallecido en 1952:

“TESTAMENTO LÍRICO”/ ALMAS SENTIMENTALES Y PIADOSAS/ SALVADME PARA SIEMPRE DEL OLVIDO/ Y EN ESTA FOSA DONDE ESTOY DORMIDO/ DEJADME FRESCAS Y FRAGANTES ROSAS./ II/ TENDEDME VUESTRAS MANOS CARIÑOSAS/ JUNTO AL JOVEN ROSAL YA FLORECIDO./ COMPADECED MI ORGULLO DE VENCIDO/ EN LAS HELADAS NOCHES SILENCIOSAS/ III/ A ESTE BATALLADO EN RUDAS LIDES/ DADLE UN RAMO DE AZULES “NO ME OLVIDES”/ Y DEL SOL LOS QUEMANTES RESPLANDORES./ IV/ Y SEMBRAD EN MI TUMBA SOLITARIA/ UNA ROJA Y HERMOSA TRINITARIA/ DONDE ANIDEN LOS PÁJAROS CANTORES.

Un retrato sobre porcelana muestra el rostro de un militar, cuya adustez se antoja circunstancial al lector a juzgar por el contenido de este texto, que, al ser escogido para conmemorarle, parece reflejar más bien a una persona de gustos refinados y manifiesta sensibilidad. La posibilidad de que haya gozado del cariño sincero de sus deudos está reforzada con el patente cumplimiento de una de las solicitudes testamentarias: una trinitaria de abundantes flores rojas sombrea este monumento firmado por Roversi.[1].




Son de consideración otros dos epitafios que podrían asimismo estimarse de carácter literario por el empleo de formas discursivas que no son de uso corriente en el habla ordinaria. Los dos expresan a su modo el dolor por la pérdida de la persona amada. Uno de ellos, escrito con láminas metálicas aplicadas a la losa de la doctora Isabel Ortiz de Gómez Peña (fallecida en 1963), destaca por su valor estético y su contenida expresividad: “TIERRA/ HAZ DE MI/ DOLOR UN ECO/ ETERNO”. El autor del epitafio habría sido su esposo, el también médico Juan Gómez Peña (Salazar Léidenz, 2002),[2] quien falleció en 1972 y cuya losa sepulcral se ubica al lado de la correspondiente a la doctora Ortiz.


El epitafio dedicado a Alicia ? (fallecida en 1937), contenido en una lápida firmada por J. Roversi, llama la atención por el uso del latín y de la numeración romana. En el contexto de un cementerio modesto en una ciudad pequeña para la época probable de construcción del monumento (hacia fines de la década de 1930), este epitafio resulta cuando menos ostentoso, y circunscribe, sobre todo, el recuerdo de la difunta a una reducida audiencia, tal vez, incluso, tan solo al dedicante: “ALICIA:/ IN TERRA DORMIT:/ IN CORDE MEO VIVET:/ VI-I-MCMXII/ VII-­­XII-MCMXXXVII” (ver foto en la pasada entrada del 08 de noviembre de 2008).

Dos epitafios más del género son, sin duda, menos refinados, pero rebosan en cambio de franca vitalidad expresiva. Así, sobre una estela en la tumba de Argenis José Baena (fallecido en 2006), se lee: “…SIEMPRE TE AMARÉ BAJO LA LLUVIA Y EL SOL… TE AMARÉ/ SOBRE LA TIERRA… TE AMARÉ EN LA MONTAÑA Y EL CIELO… TE AMARÉ/ CON EL VIENTO… TE AMARÉ… SENCILLAMENTE TE AMARÉ… TE AMARÉ.”

Pareciera existir una intencionalidad en la diagramación del texto al hacer que cada una de las tres líneas de la composición culmine con la frase “te amaré”, lográndose con ello cierta sensación de ritmo y musicalidad.


En la estela de la tumba de Alfonzo (sic) Tovar (fallecido en 2005) se fuerza la sintaxis y la ortografía para crear un amoroso acróstico de cuño popular en homenaje al ser querido: “AMOR DE MI VIDA/ LOS AÑOS NOS UNIERON/ FABULOSO HOMBRE/ OLVIDARTE JAMÁS PODRÉ/ NENA TU ÚNICO AMOR/ SUSPIRAMOS JUNTOS/ ONDO [sic] VACÍO DEJASTES [sic] EN MÍ”.




Dentro de este lenguaje de índole funeraria no falta la metáfora como recurso poético. Ejemplo de ello son los epitafios en las sepulturas de Miguel Ángel Mora Mora, fallecido en 1974, y de Inés Hurtado, fallecida en 1966, respectivamente: (a) “CUANDO UNA FLOR SE MUERE NACE UNA SEMILLA/ CUANDO UNA SEMILLA MUERE NACE UNA PLANTA/ CUANDO UN HIJO DE DIOS MUERE/ NACE A LA VIDA ETERNA”, y (b) “UNA MAÑANA DE ABRIL/ UN CAPULLO DIO SU FLOR/ UNA TARDE DE MARZO/ SE DESOJÓ [sic] LLENA DE LUZ/ SIEMPRE MÁS ALLÁ”. Ambos epitafios abordan el tema vegetal, tal vez por la relación tan estrecha de las flores con la muerte o por lo que las plantas representan en la simbología del renacer a una vida nueva.





Los epitafios dedicados al coronel Jesús María García, a Antoniea Lavieri Levy, y a Salvatore Spallone se mueven entre la poesía y la crónica. En ellos se mezclan la sensibilidad y el rigor expositivo propios de cada uno de estos  géneros literarios, a ratos en una forma atropellada que se antoja razonable en el contexto funerario. Para la recordación del primero de los difuntos mencionados, los deudos han optado por la exaltación de su quehacer militar:

CORONEL JESÚS MARÍA GARCÍA/ 60 ANDINOS DE LA REVOLUCIÓN LIBERAL/ RESTAURADORA/ JOVEN NACIDO EN TÁRIBA EDO. TÁCHIRA/ EN EL AÑO 1878 QUIEN FORMÓ PARTE DE/ LOS SESENTA ANDINOS DE CIPRIANO CASTRO EL/ 23 DE MAYO DE 1899 ANTE [sic] DE CRUZAR EL/ RÍO TÁCHIRA: SE CONTARON 58 CON JUAN/ VICENTE Y YO SOMOS SESENTA./ DIJO EL GENERAL CIPRIANO CASTRO/ EN EL AÑO DE 1902 EN LA BATALLA DE/ MATAPALO OBTIENE EL TÍTULO DE CORONEL/ SE ENCONTRABA EN MIRAFLORES EN LOS/ SUCESOS DE FEBRERO Y ABRIL DE 1928/ SIENDO UN MILITAR REVOLUCIONARIO HASTA/ EL FIN EL CORONEL JESÚS MARÍA GARCÍA/ SE RETIRÓ DEL EJÉRCITO EL TIEMPO DEL/ GENERAL MEDINA ANGARITA FALLECE EL/ 3 DE ABRIL DE 1954/ ERA CONOCIDO COMO JESÚS EL VALIENTE/ ERA PADRE DE LA ECÓLOGA ARAGÜEÑA/ DOÑA MIMILLA.



Ana Hilda García Pazos (Mimilla)[3] conmemora el primer aniversario de la muerte de su padre en una lápida con forma de libro. Ninguna inscripción hace en cambio mención sobre la referida ecologista (fallecida en 2006) y sobre la posible ubicación de sus restos mortales en el monumento familiar.

El epitafio de Salvatore Spallone, probablemente fallecido en 1958, exalta más bien las virtudes personales del aludido, que en su sencillez lucen dignas de mérito para quienes le dedican un postrero homenaje: SALVATORE SPALLONE/ NACIDO EN ITALIA EL 23-11-1932/ ARRIBÓ A VENEZUELA EL 2-5-1951/ JOVEN VOLUNTARIOSO TRABAJANDO/ EL OFICIO DE ALBAÑIL/ ACATÁNDOSE [sic] LA SIMPATÍA DE TODOS./ EL CRUEL DESTINO LE QUITA LA/ VIDA EN SUS JÓVENES AÑOS DEJANDO/ A LOS SUYOS EN LA DESOLACIÓN/ DEL MÁS PROFUNDO DOLOR/ MARACAY, 11-2-1958/ LOS FAMILIARES […].


El epitafio de Antonieta Laviery Levy, fallecida en 1973, está escrito sobre una estela en mármol a la cabecera del sobrio y elegante monumento familiar. Dicha estela simula un escenario con telón abierto y ostenta el rostro alegre, lozano y pulcro de la fallecida. La lectura contextual de la inscripción sugiere una persona que gozó del privilegio de recibir una educación esmerada y de adquirir gustos refinados:
HIJA/ ANHELABAS VER FLORECER LOS/ CEREZOS EN EL LEJANO ORIENTE/ Y DECÍAS QUE NO CERRARÍAS TUS OJOS/ PARA SIEMPRE SIN ANTES RECREAR TU/ ESPÍRITU CON ELLO PERO EL DESTINO/ TRUNCÓ DESPIADADAMENTE TUS DESEOS/ NO OBSTANTE TENGO LA FIRME/ CONVICCIÓN QUE TE HABRÁS SATURADO/ EN ESPÍRITU EN ESE PAÍS POR EL/ CUAL SENTÍAS GRAN AFINIDAD.




Es frecuente encontrar en “La Primavera” sepulturas de personas de profesión militar, lo cual resulta natural en Maracay, ciudad de importantes acantonamientos de las fuerzas armadas y aéreas del país. Llaman en especial la atención aquéllas cuyos epitafios revelan la pérdida numerosa de miembros, a menudo pioneros, de la aviación venezolana. Por doquier es posible encontrar inscripciones como éstas: (a) “SARGENTO/ TÉCNICO DE/ AVIACIÓN/ JUAN SIFONTES/ HERNÁNDEZ/ NACIO EN RIO/ CHICO/ EL 18-11-30/ Y MURIO TRAGI/ CAMENTE EN/ MARACAY EL/ 21-3-50 RDO DE/ SUS PADRES/ Y DE SU NOVIA”; (b) “SARGENTO/ TECNICO DE AVIACIÓN/ JULIO CÉSAR SALAS V./ MURIO TRAGICAMENTE/ 12-7-1952/ RDO. DE SU ESPOSA/ E HIJOS” (ver fotografía en la entrada del 08 de noviembre de 2010); (c) “TTE DE AVIACIÓN/ JOSE TOBIAS BILBAO/ NACIO 19-3-1935/ MURIO TRAGICAMENTE 21-9-1960/ RDO DE SU MADRE Y FAMILIARES; (d) “STO TÉCNICO/ JOSÉ DANIEL BELLO/ CAÍDO EL 29-6-60/ RDO. DE SU MADRE (FOTO N° 167/7576); (f) “SUBTTE / GABRIEL ACOSTA GIL / DESAPARECIÓ EN EL MAR / EL 21-6-57 / RDO. DE SU ESPOSA”, y (g) “EN MEMORIA DE LOS AVIADORES CAÍDOS EN ACTOS DEL SERVICIO”.






En los siete epitafios señalados es explícita en el texto la circunstancia trágica y súbita del fallecimiento. En los epitafios de Edgar Medina Briceño (s.f.) y del sargento José Manuel Torres, fallecido en 1944 (ver foto en entrada delo 08 de noviembre de 2010), el hecho se patentiza en cambio -con igual o mayor fuerza- mediante la imagen de un avión en llamas.




Pero la memoria de un final trágico no es exclusiva del ámbito militar, ni menos terrible. Unas veces de manera sutil y otras en la forma descarnada de la denuncia, la historia ordinaria de la ciudad se va tejiendo paulatinamente en los dramas familiares plasmados en epitafios como los que siguen: (a) “AQUÍ REPOSAN LOS RESTOS/ DE LA/ FAMILIA BRACCO/ DANIELA A. BRACCO/ ANA ROSA BRACCO/ ANA ELIZABETH BRACCO/ CARLOTA DANIELA BRACCO/ INGRID BEATRIZ BRACCO/ FALLECIDAS EL 06 04 76/ SERGIO BRACCO/ FALLECIDO EL 08 05 2000”; (b) “RECUERDO DE SU MADRE, ESPOSO HIJOS/ FAMILIARES NO HE MUERTO SOLO ME FUI/ ANTES Y NO QUIERO QUE ME RECUERDEN/ CON LÁGRIMAS COMO AQUEL QUE NO/ TIENE ESPERANZA, PERDON A TODOS/ SOLO TOME UNO DE LOS TRENES ANTE-/ RIORES Y SE ME OLVIDÓ DECIR/ ADIOS…” (Epitafio de Aura Marina Guillén de Tablante, fallecida en 2007); (c) “JAIME CASTILLO MATEO/ *11-9-19?/ +10-8?-1984/ RDO. DE SUS PADRES/ TÍA- PRIMOS/ ASESINADO POR SU/ ESPOSA/ Y SUS HIJAS”, y (d) “DAVID WEBEL/ 19 TEVETH 5740/ YECHIL CIRLA/ 1914 1931/ SALA 1920/ BERNARD 1929/ JAIME 1942/ {GENIA 1942/ CYLA 1943} VICTIMAS DEL HOLOCAUSTO”.






Acontecimientos de la historia contemporánea de Venezuela se encuentran representados -por lo general de manera escueta e incluso sólo en relación con una fecha o un acontecimiento conocidos- en las lápidas de personas notables y ordinarias. El título “Benemérito” y los días de nacimiento y de muerte coincidiendo con los de Simón Bolívar, en el sencillo epitafio del general Gómez, motivan la curiosidad hacia la controvertida figura de quien detentó el poder en Venezuela por 27 años: “BENEMÉRITO GENERAL/ JUAN VICENTE GÓMEZ/ NACIÓ EL 24 DE JULIO/ DE 1857/ MURIÓ EL 17 DE DICIEMBRE/ DE 1935”.

La llamada “Revolución de Octubre de 1945”[4] se encuentra reflejada en la lápida que hace constar la presencia en “La Primavera” de los restos del abogado Aníbal Paradisi, para entonces Presidente del estado Aragua, y quien resultara muerto en el incidente: “DR. ANIBAL PARADISI/ + 18-10-45”.


“El Porteñazo”[5] está reprensado por su parte en el epitafio de la sencilla sepultura de Juan Vicente Sumoza: “EL EJERCITO/ AL SOLDADO/ JUAN VICENTE SUMOZA E./ MUERTO EN PUERTO CABELLO/ EL DIA 2-6-62/ EN CUMPLIMIENTO DE SU DEBER”.



El 19 de octubre de 1971 fue noticia nacional la muerte en accidente vial de César Girón, iniciador de una dinastía de toreros que llegó a adquirir reconocimiento internacional. En el monumento funerario familiar, el epitafio a su memoria pone en su boca las siguientes palabras: “HE LLEGADO A MI FINAL/ DESTINO DÍGASE QUE/ PRESENCIÉ LA REALIDAD”.


Durante el cumplimiento de su cargo murió también José Casanova Godoy, gobernador del estado Aragua entre 1981 y 1983, luego de lo cual es epónimo de una de las principales avenidas de Maracay y, desde 1999, de una de las parroquias urbanas del Municipio Girardot. Su muerte provocó una manifestación multitudinaria en la ciudad como en su oportunidad suscitara la de César Girón. La lápida dedicada a su memoria es apenas menos parca que la del doctor Paradisi: JOSÉ CASANOVA GODOY / * 23-9-1939 / + 30-4-1983 / RDO. DE SUS PADRES / ESPOSA E HIJOS”.



No faltan en el cementerio maracayero las frases copiadas de los textos cristianos, así como las alusiones directas a la idea de la vida eterna, propia de este credo. Pueden leerse entonces epitafios como los que a continuación se muestran: (a) JESUS DICE/ VENID A MI/ TODOS LOS/ QUE ESTAIS/ TRABAJADOS/ Y CARGADOS/ Y YO OS HARE/ DESCANSAR/ MT. 11.28 (en la tumba de Rebeca L…?, fallecida en 1974); (b) “EN DELICADOS PASTOS/ ME HARÁ DESCANSAR/ SALMO 23” (en la tumba de Dolores B. de Maldonado, fallecida en 1977); (c) “MARÍA SERAFINA OLMEDO/ DE CARRILLO/ SEÑOR HAZ DE MI/ UN INSTRUMENTO/ DE PAZ/ 12-09-92”; (d) “ERA NUESTRO DESEO QUE TE QUEDARAS/ PERO DIOS TE AMÓ Y TE LLAMÓ/ A LA LUZ DEL SEÑOR” (en la tumba de Eneo Travaglini Chiavarini, fallecido en 1984?); (e) “LA MUERTE NO ES EL FINAL DEL/ CAMINO SINO EL COMIENZO DE/ UNA NUEVA VIDA” (en el monumento de la familia Sánchez Gómez, posiblemente de 1957); (f) “ELEVEMOS UNA ORACIÓN AL CIELO POR EL ETERNO DESCANSO DE SUS ALMAS/ COMO ANTES Y COMO SIEMPRE VIVIRÁN EN NUESTROS CORAZONES,/ HASTA EL DÍA EN QUE NOS REUNAMOS EN EL CIELO” (en el monumento de la familia Medina Sánchez), y (g) “ALEJANDRO/ EXCELENTE HIJO OFICIAL ESPOSO Y PADRE/ NUNCA TE OLVIDAREMOS Y TU RECUERDO CONTINUARÁ VIVO/ COMO SI ESTUVIERAS A NUESTRO LADO/ TE PEDIMOS QUE DESDE EL SITIO DONDE TE ENCUENTRES NOS BENDIGAS/ Y EN UNIÓN DE DIOS SIGAS SIENDO NUESTRO PROTECTOR/ DEDICAN A TU MEMORIA QUIENES TE AMARÁN ETERNAMENTE/ TU ESPOSA HIJO HIJA Y PADRES POLÍTICOS” ( Al Capitán Piloto Alejandro Krohn Roca, fallecido en 1971).









El distanciamiento del núcleo familiar, o tal vez la soledad, parecerían haber sido una realidad en algunas personas, al menos al final de su vida, realidad determinada a veces por la condición de inmigrante. Pero también lo habría sido la solidaridad y el afecto, a juzgar por la lectura de algunas inscripciones dedicadas al difunto o difunta por personas con las que no poseía relación de parentesco alguna. En este sentido, no dejan de ser conmovedores epitafios como éstos: (a) “BERTON ANDRE/ +25-5-49/ RDO. DE SUS AMIGOS”; (b) “RUFO MORENO/ + 29-12-54/ RDO. DE UN AMIGO; (c) “JUAN YUSTIS/ 28 DE MARZO DE 1948/ HOMENAJE DE SUS CONDISCÍPULOS/ EN EL INTERNADO DE READAPTACIÓN/ DE LA ISLA DE TACARIGUA/ DÍA DEL INTERNADO/ 15-4-49”; (d) “RAFAEL ENRIQUE HEREDIA/ DESCANSA EN PAZ QUERIDO AMIGO/ TU RECUERDO VIVIRÁ SIEMPRE/ EN NUESTRO HOGAR/ MARACAY 3. 9. 63”; (e) “RECUERDO DE SU INTIMA/ AMIGA BLANCA HERNANDES DE LA/ CRUZ/ SEÑORITA/ CLEMENCIA OLIVO/ +23-12-79”, y (f) “ASDRUBAL QUIROS/ *23-12-1928/ +30-05-1985/ RDO DE SUS AMIGOS/ JUSTO JOSÉ COLMENARES/ ANGEL ALVARES”.







No es, por cierto, raro encontrar en La Primavera epitafios donde se incluye en forma evidente el nombre de la o las personas que han dedicado la lápida, tal como puede apreciarse en los ejemplos (e) y (f) recién mencionados. Esta costumbre, en todo caso, ya era común en la antigua civilización romana, según se desprende de la lectura de estelas funerarias de los siglos I a.C. a II d.C. en la necrópolis de “Pian di Bezzo” de Sarsina, Italia (Tipología de los sepulcros, 2006).



NOTAS:

[1] Considerando la probable fecha de construcción del monumento (1952-1953), es posible que se trate de F. Roversi M.

[2] Juan Gómez Peña e Isabel Ortiz de Gómez Peña forman parte de un grupo de difuntos y difuntas sepultados en “La Primavera” y que son considerados por diversas personas como “ánimas benefactoras”, a quienes generalmente se agradece mediante lápidas o exvotos por los favores concedidos.

[3] Ana Hilda García Pazos (Mimilla) nació en Maracay (estado Aragua) el 20 de junio de 1913. Vivió desde su nacimiento en las cercanías del hoy parque nacional Henri Pittier, el primero decretado en Venezuela. Entre 1943 y 1948 habitó con su esposo (coronel Abel Romero Villate) en las instalaciones del inconcluso hotel Rancho Grande, ubicadas en pleno parque y en la actualidad destinadas a la investigación. A finales de 1943 el Dr. Henri Pittier le regaló una plumilla, con la cual realizó más de 50 dibujos sobre la fauna y flora locales. Parte de estas obras fueron donadas por Mimilla en 1999 a la Sociedad Conservacionista de Aragua, institución con la cual desarrolló un proyecto conservacionista dirigido a personas de la tercera edad y de alcance internacional mediante el recurso de la Internet (Mimilla, s.f., s.n/p.). El blog relacionado con este proyecto, llamado “Doña Mimilla”, está disponible en http://74.125.113.132/search?q=cache:8LG7sc09EAsJ:mimillaecologica.blogspot.com/2010_03_18_archive.html+Do%C3%B1a+Mimilla%2BAragua&cd=2&hl=es&ct=clnk&gl=ve

[4] Insurrección cívico militar liderada por Rómulo Betancourt y Marcos Pérez Jiménez, que tuvo lugar en Caracas y Maracay entre el 18 y el 19 de octubre de 1945 y que culminó con la caída del gobierno, detentado por el general Isaías Medina Angarita (El 18 de Octubre de 1945, s.f.; Leiva Santana, 1979). Botello (1980, s. n./p.) muestra una fotografía del monumento funerario a los soldados caídos en Maracay durante la asonada, el cual no se ha logrado ubicar durante el registro llevado a cabo en el presente estudio.

[5] Alzamiento cívico militar contra el entonces Presidente Rómulo Betancourt, iniciado el 02 de junio de 1962 en la Base Naval de Puerto Cabello (estado Carabobo) y sofocado el día siguiente por las fuerzas leales al gobierno. Las cifras oficiales señalan un saldo de más de 400 muertos y 700 heridos (El Porteñazo, 2010). Antonio Guevara Jiménez, participante en el alzamiento, estima entre cinco mil y seis mil las víctimas fatales (Lucart, 2009).



FUENTES CITADAS:

Botello, O. (1980). Maracay: Noticias del viejo valle. Maracay: Concejo Municipal del Distrito Girardot.

Caraballo Perichi, C. (2005). El cementerio tradicional: Un patrimonio de muerte lenta [Artículo en línea]. Disponible: http://www.manizales.unal.edu.co/modules/ununesco/admin/ archivos/elcementeriotradicional.pdf

El 18 de Octubre de 1945. (s.f.). [Artículo en línea]. Disponible: http://74.125.113.132/search?qcache:u8a6QxsxlNUJ:efemeridesvenezolanas.com/

Domínguez Prieto, O. (2006). El Panteón Francés de La Piedad en la ciudad de México: Vestigios de la presencia de la inmigración europea en el siglo XIX. Acervo [Revista en línea], 5(1), 89-98. Disponible: http://www.acervohistoricoZulia.com/descargas/acervo_rev1-vol5.pdf

Leiva Santana, A. (1979). Maracay después de Gómez. Maracay: Concejo Municipal del Distrito Girardot.

Lucart A., J. (2009, Mayo 5). El Porteñazo: 47 años de una insurrección militar. En Aporrea.org [Página Web en línea]. Disponible: http://74.125.113.132/search?q=cache:AyQk4WFBJqIJ:www.aporrea.org/ideología/a78831.html+el+porte%C3%B1azo+1962&cd=5&hl=es&ct=clnk&gl=ve

El Porteñazo. (17 mar. 2010). [Artículo en línea]. Disponible: http://es.wikipedia.org/wiki/El_Porte%C3%B1azoReal Academia Española. (2001). Diccionario de la Lengua Española (22a. ed.). [Libro en línea]. Autor. Disponible: http://buscon.rae.es/draeI/

Salazar Léidenz, M. (2002). Venezuela en la magia, el mito y la leyenda. Caracas: Guaraira Repano.Tipología de los sepulcros [Guía didáctica]. (2006, Noviembre 11). En Città di Sarsina [Página Web en línea]. Disponible: http://www.comune.sarsina.fo.it/spagnolo/museoarch/guida.htm#6

Tipología de los sepulcros [Guía didáctica]. (2006, Noviembre 11). En Città di Sarsina [Página Web en línea]. Disponible: http://www.comune.sarsina.fo.it/spagnolo/museoarch/guida.htm#6