miércoles, 13 de abril de 2011

La Casona de La Trinidad: epicentro patrimonial mariobricense. Silos graneros y carretera nacional. Parte I.




Los silos graneros.
En la margen oeste de la avenida Universidad, y a la altura de la vía de entrada a la casona de la antigua hacienda “La Trinidad” (margen este), se ubican dos pequeñas y singulares estructuras semiesféricas. Las mismas datan de 1947 y sirvieron de almacén de los granos con los que se preparaba el alimento para el ganado lechero con carácter experimental del Centro de Investigaciones Agronómicas, adscrito al entonces Ministerio de Agricultura y Cría-MAC (testimonio de A. García. En: Arvelo, 2003, p.48).


Silos graneros (2000). Se aprecia en primer plano la puerta de control de acceso al centro de investigaciones del MAC, de la cual sólo subsiste el batiente derecho (norte).

Conocidas como silos graneros de El Limón, dichas estructuras fueron construidas –también con carácter experimental- mediante una técnica que consistía en inflar una especie de balón, que luego era cubierto con malla metálica y hormigón. Una vez fraguado el hormigón, el balón era desinflado y retirado.



Interior del silo oeste (2008). La abertura superior permitía la provisión de granos al silo para ser almacenados, los cuales eran luego extraídos por la puerta lateral en la medida en que fuesen requeridos para la alimentación del ganado. Según testimonio oral (C. Perdomo. Mayo 30, 2008), esta puerta tenía por cerramiento un batiente de hierro que disponía de una ventanilla circular para verificar el contenido de granos. Puede además observarse en esta imagen vestigios del ya deteriorado piso en hormigón.



Detalle de la pared interior del silo oeste (2008). Se percibe parte de la estructura metálica en malla y cabilla, que ha perdido su revestimiento en hormigón.


Las dos estructuras no son iguales. Una simpática anécdota es referida al respecto por el señor A. García (op. cit., pp. 48-49), vecino de la población de El Limón y antiguo trabajador del centro de investigaciones: cuando era vaciado el segundo silo (oeste), una de las vacas que estaban siendo conducidas para el ordeño, movida por la curiosidad se acercó demasiado a la obra y perforó con su pezuña la manguera de inyección de aire. La acción inmediata de los obreros no impidió sin embargo que el balón se desinflara parcialmente, por lo que la estructura en proceso de fraguado se deformó, y el silo afectado resultó ladeado y más chato que el que se había construido con anterioridad (silo este).(1)

Una vez desactivado el centro experimental del MAC, los silos graneros quedaron a la deriva y han sobrevivido hasta la fecha al abandono oficial y a la inconciencia ciudadana.  A lo largo de los años han perdido por sustracción los cerramientos metálicos de su abertura superior de llenado y de su puerta lateral de descarga (sólo permanecen los marcos en ambos casos). Del mismo modo desaparecieron las escalerillas que permitían subir hasta la abertura superior de cada uno de ellos, y parte de la puerta de control de acceso (batiente sur).



Imagen de abandono de los silos graneros en 2001. Sobre el silo este (en primer plano) se divisa apenas parte de la escalerilla de hierro que permitía acceder a la abertura superior de llenado.


Vista de los silos graneros y de su entorno, tomada el 24 de abril de 2002. Aún permanecía completa la puerta de control de acceso y existía el grato fondo arbolado, eliminado poco después para un desarrollo habitacional privado. La demora de dicho desarrollo retarda la integración urbana de los silos, condición necesaria para la eventual consolidación de su puesta en valor.

                                                                                 
Desde 2006, los silos graneros de El Limón forman parte del Registro General del Patrimonio del Instituto del Patrimonio Cultural (IPC, 2006, p.32). En 2008, y con conocimiento de IPC, fueron objeto de recuperación preliminar por parte de la comunidad organizada. Siguiendo las recomendaciones de UNESCO, se realizó sólo la intervención indispensable de los silos y de su entorno inmediato a objeto de propiciar su salvaguarda y disfrute: bajo la consideración de esta área como “sitio de significación cultural” (término establecido en la Carta de Burra, 1999), la recuperación incluyó el mantenimiento de la valla de identificación del centro de investigaciones del MAC, de los restos de la puerta que controlaba el acceso a dicho centro, de un tramo de la vía que comunicaba las poblaciones de Maracay y El Limón (antigua carretera nacional), y del terreno aledaño a los silos (hoy día área verde protectora de una obra de canalización), bienes todos que, en conjunto, evocan el pasado agrícola de las productivas tierras que alguna vez pertenecieron a la antigua hacienda “La Trinidad”.

El valor de esta empresa reside sobre todo en la demostración de que la comunidad organizada, con el adiestramiento y supervisión adecuados, puede ejercer de manera activa y eficaz la corresponsabilidad en la puesta en valor de su patrimonio.


















Secuencia de imágenes que registran el proceso de recuperación preliminar de los silos graneros de El Limón, entre abril y mayo de 2008.


El acelerado retroceso en las condiciones de conservación conquistadas para los silos graneros es, por otra parte, ejemplo fehaciente de que todo esfuerzo en este sentido será vano mientras no se afiancen la conciencia ciudadana y la apropiación social del patrimonio, labor que debe surgir de la comunidad local y ser auspiciada y mantenida por sus miembros.



A pesar de la recuperación preliminar de los silos graneros de El Limón, prevalece la costumbre de utilizar su entorno inmediato como vertedero de basura, de escombros y de restos de animales. La consolidación de este espacio como sitio de significación cultural pasa por la voluntad política de la administración municipal y por la toma de conciencia de la comunidad local acerca del valor de su patrimonio y sobre la necesidad de defender su derecho a una mayor calidad de vida.



NOTAS:

(1) Eustoquio Piraqueño (Asociación Civil "Hacienda La Trinidad", 2004) menciona que en estas estructuras se almacenaba maíz. Sobre la diferencia de forma entre ambos silos, dicho informante desmiente la versión de la vaca curiosa y refiere una causa más simple: "Un espiche que tenía la tripa... pero como se fue espichando lentamente... y como el cemento también se va secando, así quedó... El otro sí quedó paraíto porque la tripa no se espichó" (MMBI-A-01-030, p.41).



FUENTES:

Arvelo, Elías. (2003). Cuentos de un pueblo… para su pueblo. El Limón: Asociación Civil Hacienda La Trinidad.

Asociación Civil "Hacienda La Trinidad". Investigación, rescate y fortalecimiento de la identidad y el sentido de pertenencia en los mariobricenses. Proyecto de investigación adelantado en 2004 [sin publicar].

Asociación Civil “Hacienda La Trinidad. [Página Web en línea]. Disponible: http://haciendalatrinidad.org.ve/ [Consulta: 2011, abril 10].

Consejo Internacional de Monumentos y Sitios-ICOMOS. (1999). Carta de Burra. Burra (Australia): UNESCO.

Instituto del Patrimonio Cultural-IPC. (2006). Municipios Mario Briceño Iragorry y Ocumare de la Costa de Oro, estado Aragua. Catálogo del Patrimonio Cultural Venezolano. Región Centro Oriente: AR 08-18. Caracas: Autor.

sábado, 2 de abril de 2011

La Casona de La Trinidad: epicentro patrimonial mariobricense. Sepulcro del Marqués de Casa León




Oculta tras un enorme tanque de agua (construido a sólo diez centímetros de distancia), y cubierta de maleza, permanece -desafiando el tiempo y el vandalismo- la tumba de don Antonio Fernández de León, Marqués de Casa León, en vana espera de los restos de quien la mandara construir y debiera huir sin regreso a Puerto Rico en 1821, acusado de traición a la causa patriótica. Por tal razón la tumba es más bien un sepulcro vacío que, sin embargo, no alcanza el carácter de cenotafio por no haber sido concebido –ni tampoco utilizado hasta la fecha- para guardar la memoria del referido personaje.






Foto superior: vista del tanque en lo alto de la colina La Trinidad, construido a escasos diez centímetros del monumento funerario del marqués de Casa León, según puede observarse en la foto inferior.


Este monumento funerario, de aprox. 150 x 120 x 200 cm., responde a la tipología decimonónica de catafalco-sarcófago, estructura compuesta de un elemento inferior destinado a alojar el cuerpo o sus cenizas (sarcófago), y uno superior con forma de ataúd y con meros fines decorativos (catafalco).



 Foto B/N: Ejemplo de catafalco-sarcófago, en el Panteón Francés de La Piedad, de Ciudad de México (foto extraída de Herrera Moreno, 2005).








Fotos a color: Sepulcro del Marqués de Casa León, detalles.


Hoy día, semiderruido y objeto de profanación (posiblemente en busca de “tesoros escondidos”), el sepulcro muestra descubierto el nicho que habría de recibir en su momento los restos mortales del marqués, y que mientras tanto debió haber estado cerrado, tal vez mediante un delgado tabique (ver foto inferior).




Este tipo de monumento funerario es ejemplo único en Maracay luego de la desaparición en 1950 del antiguo cementerio de la calle Páez, que ya funcionaba hacia 1839 (Botello, 2007). La teoría miasmática que prevalecía hacia fines del siglo XVIII en Europa y que daba importancia a la sensibilidad olfativa, derivó en la reglamentación de las inhumaciones y exhumaciones, la cual demandaría, entre otros aspectos, la sepultura bajo tierra de los cadáveres, a profundidades claramente estipuladas.

En Venezuela, estas especificaciones comenzaron a tomar cuerpo en la conciencia ciudadana desde el septenio de Guzmán Blanco (1870-1877), y se concretaron para los cementerios de Caracas, a partir del decreto firmado el 3 de julio de 1876, que ponía en funcionamiento el Cementerio General del Sur, el 10 de julio de ese año, en detrimento de los otros cementerios existentes en Caracas (Cobos, 2009). Estos cementerios, donde era común la sepultura superficial en sarcófagos y en construcciones verticales para gavetas y nichos, sobre todo para personas pudientes, fueron clausurados y condenados a su paulatina desaparición (1).

El sepulcro destinado al Marqués de Casa León -construido en algún momento del largo período comprendido entre 1785, año en que don Antonio recibe en dote la hacienda La Trinidad, y 1821, año de su huida a Puerto Rico- es entonces reflejo de la tradición pregumancista de enterramientos en Venezuela. Este monumento funerario pudo tener formas semejantes a las del siguiente bosquejo, realizado a partir de la observación de las imágenes fotográficas disponibles de sus ruinas:
 




Sepulcro del marqués de Casa León, recreación. Planos de alzado y de planta (dimensiones estimadas).


Realizada en mampostería, con revestimiento en mortero -tal vez de cal hidráulica (Morteros, 2007)- y con mínima ornamentación, esta obra adquiere particular interés no sólo por su singularidad, sino también por su extrema sencillez a pesar del encumbramiento económico, social y político del que habría de ser su futuro ocupante.



NOTAS:

(1) Ya el 15 de octubre de 1827, Simón Bolívar, entonces Presidente de la República de Colombia, había expedido un decreto que, en su artículo segundo especificaba que ..."ningún cadáver en cualquier estado, condición o sexo que haya sido, podrá ser enterrado en ningún templo, capilla, bóveda, cementerio dentro de poblado, ni casa o terreno particular de las mismas poblaciones, y todos los cadáveres irán a los cementerios según queda prevenido en el artículo 1°". Otro decreto, firmado también por Bolívar el 13 de agosto de 1828, exceptuó de la disposición anterior (que ..."tuvo sólo por objeto impedir el contagio que podía resultar del abuso introducido de enterrar en todas las iglesias") a ..."los arzobispos, obispos, miembros de los cabildos eclesiásticos y monjas profesas", siempre y cuando fuesen sepultados ... "en bóvedas y panteones construidos con todo cuidado" (Elschnig, 2000, pp. 29-30). La creación posterior de cementerios como "Los hijos de Dios" en Caracas (1856), catalogado por el viajero Eastwick como el más bello de Suramérica y cuyos muros son descritos por dicho personaje como "una especie de casillero gigantesco", con receptáculos para los ataúdes con los cuerpos "de todo el que pueda pagar los derechos respectivos" (Cobos, 2009, p.64), parece indicar que los decretos de El Libertador no fueron observados del todo.



FUENTES:

Asociación Civil “Hacienda La Trinidad”. [Página Web en línea]. Disponible: http://haciendalatrinidad.org.ve/ [Consulta: 2011, Marzo 31].

Botello, Oldman. (2007). Toponimia antigua de Maracay: Calles, plazas, esquinas, casas, sitios. Maracay: Concejo Municipal de Girardot.

Cobos, Eduardo. (2009). La muerte y su dominio: Cementerio General del Sur en el guzmanato, 1876-1887. Caracas: Centro Nacional de Historia.

Elschnig, Hans. (2000). Cementerios en Venezuela: Los camposantos de los extranjeros del siglo XX y los antiguos cementerios en Caracas y el litoral. Caracas: Tipografía Cervantes.

Herrera Moreno, Ethel. (2005). Tipología arquitectónica de los monumentos funerarios del Panteón francés de La Piedad de la Ciudad de México. Apuntes [Revista en línea], 18 (1-2), 106-117. Disponible: http:// revistas.javeriana.edu.co/sitio/apuntes/sccs/tabla_contenido.php?id_revista=30 [Consulta: 2009, Octubre 09].

Morteros de construcción y ornamentación. (2007). [Artículo en línea]. Disponible: http://www.ugr.es/~agcasco/personal/restauracion/teoria/TEMA04.htm [Consulta: 2011, Marzo 30].