martes, 20 de septiembre de 2011

Monumento al Cacique Maracay o el calvario silencioso del patrimonio artístico urbano (III)

Durante la madrugada del domingo 4 de septiembre de 2011, a orillas del lago Tacarigua en el sur de la ciudad, hubo un intento robo de la estatua en bronce del Cacique Maracay. Aunque la pieza fue rescatada de las aguas lacustres, ésta no escapó ilesa. Sin uno de sus brazos, aguarda su reubicación – esperemos que luego de ser restaurada- en un sitio más cercano al tráfago citadino, en procura de su vigilancia y mantenimiento. Una réplica sustituirá el pedestal-fuente que durante 54 años sostuvo la escultura, y sin el cual el monumento al mítico personaje resultaría desvirtuado. Queda en el aire el destino del pedestal-fuente original, asunto que también debería ser objeto de interés por parte de los organismos competentes.


Esta reciente agresión al patrimonio de los maracayeros es en gran parte producto del descuido y la inconsciencia con que las autoridades y los ciudadanos tratamos la estatuaria y el equipamiento urbanos (esculturas, fuentes, luminarias, bancos, rejas, jardineras, papeleras y otros elementos decorativos y utilitarios), cuyo propósito es no sólo rendir homenaje a hechos y personajes de nuestra historia (esculturas, placas de identificación y monumentos), sino también y sobre todo pretender hacer más grato – mediante el orden y el disfrute estético- el espacio en que hacemos vida, con frecuencia hostil en ciudades de alta densidad poblacional y bajo nivel de organización.

No escasean en Maracay los casos de obras perdidas o fuertemente lesionadas. Dados el número y gravedad de estos casos no ha bastado una sola entrada para agotar el tema, y, para no aburrir ni angustiar en demasía -que no es la idea-, ésta será la última, a no ser que otro suceso como el del monumento al cacique Maracay obligue la reincidencia.

También a orillas del lago Tacarigua, otro monumento parece haber comenzado a perder su pelea contra el abandono que ha sufrido por parte de las instituciones responsables de su salvaguarda: el conjunto escultórico conocido como “Plaza Tacarigua” y declarado Monumento Histórico Nacional en 1987. Al igual que las obras de Marisol Escobar y de Alejandro Otero, esta plaza constituye un privilegio para Maracay porque reúne un inusitado número de obras de Alejandro Colina, realizadas hacia 1933 y representadas por figuras y relieves antropomórficos y zoomórficos, presentes como esculturas o como elementos integrantes de fuentes, materos, asientos, cenefas y luminarias. A ello se agrega el magnífico panorama del lago que puede contemplarse desde su elevado emplazamiento.



















Secuencia de fotos de la Plaza Tacarigua tomadas entre 2001 y 2011. P. Hernández; IPC 2006.


Sin embargo, y contra toda costumbre conservacionista de la institución militar, bajo cuya jurisdicción se encuentra, entre 2001 y 2011 ha tenido lugar un notable deterioro del sitio, el cual se refleja en el descuido de las áreas verdes y en la destrucción del mobiliario, sobre todo de los asientos y de las luminarias, algunas de las cuales han perdido además sus magníficas pantallas estilo déco, confeccionadas con la técnica de vitral.






Vistas de deterioro de elementos del conjunto escultórico de Alejandro Colina (1933 ca.). Fotos P. Hernández 2011.


Otras obras muestran a diario su estado lamentable y su desamparo, como una agazapada lección de indolencia que sin notar aprendemos los que cotidianamente pasamos a su lado. Para muestra un botón: varios meses han transcurrido desde que colapsara (quizás por error de diseño) una creación de Rafael Martínez (1999?), ubicada en el cruce de las avenidas Universidad y Ramón Narváez, sin que hasta la fecha la Alcaldía de Girardot, propietaria de la misma, haya dispuesto su retiro.




Obra de R. Martínez. Fotos P. Hernández (2011).

Un pedestal vacío será siempre una visión menos vergonzante y pervertidora. Y es que, ¿qué ejemplo se está dando a la ciudadanía si no es el de la desvalorización, la irresponsabilidad y la negligencia sobre los bienes públicos, que también le pertenecen?


Es posible que dicho ejemplo, acaso ya interiorizado en nosotros, explique nuestro frecuente silencio acerca de la triste condición de muchos de estos bienes a lo largo y ancho de Maracay, y lo que es peor, acerca del maltrato irreflexivo del cual ellos son objeto por parte de los propios habitantes de la ciudad, tal como viene ocurriendo, a la vista de todos, con otra obra emblemática: el toro de Las Delicias.






El Toro de Las Delicias sobre su pedestal original (foto B/N). Dicho pedestal fue sustituido posteriormente por otro de mínima altura (foto a color). Ambas imágenes han sido extraídas de Maracay Forever.


Al parecer, tiende a convertirse en tradición de fin de carrera universitaria la vejación de esta hermosa creación del escultor francés Isidore Bonheur: una imagen dice más que mil palabras.




Insólita celebración de fin de carrera (2007 o 2008), en la que la emblemática figura del Toro de Las Delicias pareciera servir de víctima propiciatoria. Foto extraída de Maracay Forever e intervenida por P. Hernández (se ha protegido la identidad de las personas participantes en la celebración, pues lo que interesa es documentar la agresión contra nuestros bienes patrimoniales por parte de los propios ciudadanos, quienes deberíamos velar más bien por su salvaguarda).


Otra forma de agresión, de índole esencialmente urbana, ocurre bajo el ropaje de lo que se considera una expresión artística contestataria: el grafiti. Lamentablemente, la presencia repentina y anónima de los grafitis ha pasado de las paredes impolutas de las viviendas y de los edificios públicos a la delicada superficie de las obras de arte expuestas en las calles, con el consecuente deterioro de su calidad artística y del entorno donde se encuentran. Aparte de la degradación de la calidad de vida que tales acciones conllevan, la costosa recuperación de las obras irrespetadas resta posibilidades de inversión en el resguardo de otras.





Vista parcial del conjunto escultórico "Parque Virtual", de J.J. Moros (1999), declarado en 2000 Patrimonio Artístico de la Ciudad por la Alcaldía de Girardot y hoy intervenido con grafitis. Este conjunto ya había sido recuperado dos veces por el mismo motivo. Foto P. Hernández (2011).


Sin duda éstos son asuntos sobre los que las autoridades y los ciudadanos debemos reflexionar largo y tendido… ¡y con urgencia! De lo contrario, apaguemos la luz, y a otra cosa.



FUENTES:

Instituto del Patrimonio Cultural. (2006). Municipios Girardot y Linares Alcántara, estado Aragua [Catálogo del Patrimonio Cultural Venezolano. Región Centro Oriente: AR 03-17]. Caracas: Autor.

Maracay Forever. (2008?). [Página Web en línea]. Disponible: http://www.facebook.com/group.php?gid=7923738725 [Consulta: 2011, Septiembre 7].


ACTUALIZACIÓN INFORMATIVA:

Padilla, E. (2016, Noviembre 15). Pueblo aragüeño pide reapertura de la Plaza Tacarigua. El Aragüeño [Versión digital]. Disponible: http://elaragueno.com.ve/region/pueblo-aragueno-pide-reapertura-de-la-plaza-tacarigua/

lunes, 12 de septiembre de 2011

Monumento al Cacique Maracay o el calvario silencioso del patrimonio artístico urbano (II)


La mañana del pasado 4 de septiembre sorprendió a los habitantes del barrio Brisas del Lago con la ausencia de la estatua en bronce del mítico Cacique Maracay. El pedestal-fuente que lo sostuvo por 54 años lucía desnudo y desolado en medio de las aguas del lago y de la bora que en ellas crece y florece a sus anchas.


(Foto F. Barreto. El Siglo, 2011)


Cursada la denuncia, la respuesta de las autoridades fue bastante rápida, y 48 horas más tarde el bronce fue hallado, aunque sin su brazo derecho, amputado a fuerza de segueta.

La Secretaría de Estado para el Patrimonio Histórico de la Gobernación de Aragua ha decidido la reubicación de la obra en la plaza El Ancla, en el antípoda de su emplazamiento inicial, con el propósito de procurar su salvaguarda. Poco se dice en tanto sobre el destino del pedestal- fuente original que complementa la estatua del cacique, y sin el cual el monumento está incompleto. La noticia de que se hará una réplica de dicho pedestal para colocar el bronce en su nuevo sitio no obvia la obligación de garantizar también la conservación del auténtico en su locación de siempre, así como la recuperación de su otra función primigenia, es decir, como surtidor de una fuente ornamental. Desde luego que la concreción de esto último pasa por la opción que se seleccione entre todas las que plantea el crecimiento del lago, por una parte, y por los avances efectivos en la organización de las comunidades aledañas, por otra. Ambos factores dependen a su vez, y sobre todo, de la voluntad política.

Este caso de agresión al patrimonio de los maracayeros no es único, ni ocasional, ni tampoco aislado. Otros actos lesivos a la escultura urbana -por comisión o por omisión- ocurren con más frecuencia y diversidad de lo que tenemos consciente, y tal vez constituyan el caldo de cultivo para la progresiva destrucción de nuestros bienes culturales. Los ejemplos que aquí se muestran representan los más notables, y con toda seguridad, no agotan el inventario. Conviene decir que la notabilidad mencionada se relaciona más con el grado de las lesiones sufridas que con la calidad artística –por lo demás variable- de las obras agredidas.

Casos extremos de pérdida relativamente reciente, bien por destrucción evidente o bien por desaparición de obras sin que de ellas se conozca ni paradero ni destino, son la antigua fuente del circo de toros “César Girón” (Maestranza de Maracay); el busto en cemento de Arístides Bastidas en la urbanización Los Caobos; la obra “24 de julio de 1984”, de Juan Loyola, en el Complejo Cultural Santos Michelena; y la estatua en bronce de Simón Rodríguez, en la plaza El Estudiante (frente al mercado municipal), realizada por David David.

La demolición de la fuente ornamental en forma de copa que se ubicaba frente a la mezquita principal de la Maestranza (mezquita oeste), fue una innecesaria y lamentable decisión tomada por la municipalidad durante la intervención del coso calicantino en 1982 para la celebración de su cincuenta aniversario (enero de 1983).


Vista de la fuente frente a la mezquita oeste de la Maestranza de Maracay, ¿década de 1950? (Foto extraída de Maracay Forever).


Habrá que conformarse (consuelo de tontos) con la subsistencia del tallo de la copa, un hermoso trabajo de formas y motivos vegetales en piedra artificial, que preside desde 1983 y a todo riesgo un espacio dedicado a Francisco “Pancho” Díaz, quien fuera Presidente del Concejo Municipal del Distrito Girardot y antiguo epónimo de la hoy llamada urbanización “Calicanto”, según se desprende de la inscripción “urbanización Pancho Díaz”, que aún puede leerse al pie del tallo (1).


(Foto P. Hernández, 2008)


El busto del periodista científico Arístides Bastidas fue por su parte objeto de vandalismo sistemático, y progresivamente reducido a fragmentos hasta su total desaparición.


(Foto IPC, 2006).


El bronce de Simón Rodríguez desapareció hace ya varios meses sin levantar el ruido que ha provocado la reciente agresión al Cacique Maracay. No obstante, ambos hechos se vinculan por la similitud en las condiciones de descuido y abandono que favorecieron la presunta comisión de tales delitos.


(Foto P. Hernández, 2009?)


La obra “24 de julio de 1984”, realizada con material de desecho intervenido y sometida al rigor del clima en los espacios externos del complejo Santos Michelena, donde ya no está presente, parece haber sucumbido a la corrosión y a la desidia de sus custodios.


(Foto P. Hernández, 2006)


Las causas y consecuencias en perjuicio de esta creación de Loyola parecen ser también la realidad inexplicable de dos de las obras más significativas de la escultura contemporánea urbana en Maracay, por tratarse de escultores internacionalmente consagrados: “Tres figuras” (1968), de Marisol Escobar, situada cerca del sitio que ocupaba la creación de Loyola, y “Vertical vibrante plata” (1968), de Alejandro Otero, emplazada en la redoma El Óvalo, en el sector de Tapatapa.

La pieza de Marisol Escobar muestra el deterioro físico y la degradación estética derivados de años de descuido y de abandono a su suerte.


(Foto P. Hernández, 2006).


A la de Alejandro Otero le fueron sustraídas en 2004 las aspas de aluminio anodizado que le aportaban movimiento, sin que hasta ahora hayan sido repuestas a pesar de su enorme significado como primicia de la madurez creativa de su autor: “A partir de su premonitorio Mástil reflejante, de 1954, su expansión desemboca, para 1967-1968, en una asombrosa serie de obras destinadas a ocupar un espacio en la ciudad. Son finas, elegantes y altas construcciones metálicas, cuya materia o tipo le gusta variar. La primera, Estructura vertical vibrante, se encuentra a la entrada de Maracay”… (Diehl, 2001, p.135).


Vista de la Vertical vibrante de Otero en 2001. Ostentaba aún las aspas de aluminio anodizado (Foto P. Hernández).



Vista de la Vertical vibrante de Otero en 2006. Las aspas ya habían sido sustraídas (Foto IPC).

El descuido sobre esta obra clave por parte de la Alcaldía de Girardot, bajo cuya responsabilidad se encuentra, es tanto más notable e incomprensible cuando se conoce del trabajo de recuperación que ha realizado el Centro de Arte La Estancia-PDVSA sobre “Abra solar”, creación de Otero en el mismo estilo ubicada en Plaza Venezuela (Moreno González, 2007), experiencia y recursos que bien pueden ser asimismo solicitados con todo derecho para la obra maracayera.


Una obra en cemento policromado (¿de David David?), significativa por tratarse de la imagen de San José, patrono de la ciudad, permanece suelta a un lado de su pedestal desde febrero de 2011, cuando fue desmontada a objeto de reparar e incrementar la altura de aquél (Rodríguez Frisicchio, 2011), sin que a inicios del mes de septiembre de 2011 hubiera sido todavía restituida a su lugar por parte de la Alcaldía de Girardot, instancia responsable de su salvaguarda. Lo increíble es que ni siquiera la celebración de su día, el 19 de marzo, pudo ser factor de presión -lógico y esperable en cualquier lugar del mundo- para acelerar la restitución. Las condiciones para la sustracción de la imagen están servidas en bandeja; sólo faltan los malintencionados y los guapos pa' cargá, que sabemos que los hay, según hemos podido comprobar amargamente con lo sucedido a la escultura de nuestro cacique.  



(Foto Y. Rodríguez. El Aragüeño, 2011).



NOTAS

(1) Al respecto, señala Botello 2007 (p. 68): "Hubo la intención de dar [a la urbanización] el nombre del destacado maracayero don Francisco Díaz "Francisquito" y hasta se colocó una placa con su nombre pero siempre se le llamó solamente Calicanto, como fue llamada al comienzo su plaza de toros".



FUENTES:

Botello, O. (2007). Toponimia antigua de Maracay: Calles, plazas, esquinas, plazas, sitios. Maracay: Concejo Municipal de Girardot.

Diehl, G. (2001). El arte en Venezuela en los años 50: Una visión de vanguardia. Caracas: Consejo Nacional de la Cultura-CONAC.

Instituto del Patrimonio Cultural. (2006). Municipios Girardot y Linares Alcántara, estado Aragua [Catálogo del Patrimonio Cultural Venezolano. Región Centro Oriente: AR 03-17]. Caracas: Autor.

Maracay Forever. (2008?). [Página Web en línea]. Disponible: http://www.facebook.com/group.php?gid=7923738725 [Consulta: 2011, Septiembre 7].

Moreno González, S. (2007, Junio 12). “Abra solar” de Otero estará listo en julio. Últimas Noticias. Caracas.

Recuperado monumento de indio Maracay. (2011, Septiembre 6). El Siglo [Periódico en línea]. Disponible: http://www.elsiglo.com.ve [Consulta: 2011, Septiembre 7].

Rodríguez Frisicchio, Y. (2011, Agosto 2). Imagen de San José se mantiene fuera de su pedestal. El Aragüeño [Periódico en línea]. Disponible: http://w.w.w.el-aragueno.com.ve. [Consulta: 2011, Septiembre 7].

viernes, 9 de septiembre de 2011

Monumento al Cacique Maracay o el calvario silencioso del patrimonio artístico urbano (I)

Monumento al Cacique Maracay, posiblemente hacia la década de 1960 (Foto col. M. Ruffino, extraída de Maracay Forever).


El barrio Brisas del Lago amaneció el pasado 4 de septiembre sin la presencia de su habitante más conspicuo: el cacique Maracay. Desde siempre destacó en el barrio su imagen solitaria oteando el horizonte del lago Tacarigua, sin que, en el transcurso de más de medio siglo, el mítico personaje pareciera preocupado por su integridad física, aun cuando a comienzos de la década de 1970 ya le habían sido sustraídos su arco y sus flechas. Aparte de sus perdidos implementos de caza y de guerra, sólo se echaba en falta por esos años lo que parece haber sido una pequeña placa metálica sobre su moderno pedestal, el cual también era el hermoso surtidor de una fuente que, por cierto, a la vuelta de poco más de una década de inaugurada, acusaba abandono.

Monumento al Cacique Maracay, en 1971 (Foto col. A. Fernández, extraída de Maracay Forever). 


Recientemente el lago, reclamando sus espacios de otros tiempos, agregó este monumento a sus islas, y, rodeada de agua y de bora por todas partes, la figura del cacique se hizo en la distancia más solitaria y vulnerable.

Monumento al Cacique Maracay, en octubre de 2010 (Foto de D. Diez, extraída de Maracay Forever).


Dicha obra, tan emblemática al sur de la ciudad como el toro de Las Delicias al norte, no escapó esta vez a la barbarie: al resguardo de una madrugada dominical, la mole de bronce, con 4 metros de envergadura y 800 kilos de peso, fue desprendida y sin duda dejada caer desde lo alto de su pedestal. Cuarenta y ocho horas después, emprendida su búsqueda luego de cursada la denuncia por parte de los residentes del barrio, la estatua fue encontrada a corta distancia de su emplazamiento, sumergida a metro y medio de profundidad. Su brazo izquierdo, el que una vez sostuvo el arco y las flechas antaño robadas, ha sido amputado y desaparecido, y su brazo derecho muestra cortes que hacen pensar en un trabajo dejado a medias (Ontiveros, 2011). Hay que decir que la rápida reacción de la Secretaría de Patrimonio Histórico de la Gobernación de Aragua y del Comando de Guardacostas de la Fuerza Armada -con el apoyo de cuadrillas vecinales- evitó lo que pudo ser un mal mayor: la total segmentación de la obra en trozos transportables, y su daño irreversible o su desaparición definitiva.







Proceso de rescate y traslado a la Base Sucre de la escultura luego de su localización bajo las aguas del lago, el 06 de septiembre de 2011 (Fotos de El Siglo. La quinta es de El Periodiquito).


La coordinadora de la Secretaría de Patrimonio Histórico, Amalia Preziuso, declaró a la prensa que la escultura, hoy bajo custodia en la Base Aérea Mariscal Sucre, será reubicada en el término de unos dos meses en la Plaza El Ancla (cruce de las avenidas Mérida y Constitución), para lo cual se construirá un pedestal similar al actual. La reubicación favorecería, según Preziuso, el reguardo de la obra del vandalismo, así como su mantenimiento (Otaiza, 2011).

Escultura del Cacique Maracay (IPC, 2006).


Hasta aquí todo bien dentro de lo que cabe, pero quedan en el aire fuertes inquietudes: ¿la escultura será restaurada?, y en tal caso, ¿quién se encargará de la restauración? Por otra parte, ¿dos meses son suficientes para poner la estatua a punto en términos cualitativos y hacer una digna réplica del pedestal?

La obra se atribuye a Alejandro Colina, pero, a menos que esté firmada, la marcada diferencia estilística con otras realizadas por este escultor en la misma época siembra dudas al respecto. Ello no impide, sin embargo, reconocer su valor artístico y su significación patrimonial, factores que determinaron su inclusión en el Registro General del Patrimonio Cultural Venezolano, y por tanto su amparo bajo la Providencia Administrativa 012/05, la cual, en su artículo 21, determina que “toda intervención de los bienes culturales inscritos en el Registro General del Patrimonio Cultural que pudiera afectar los valores que motivaron su inclusión en el mismo, deberá ser previamente autorizada por el Instituto del Patrimonio Cultural [IPC]”… La cuidadosa selección de quien haya de encargarse de la restauración de la obra tiene que ser, entonces, absolutamente prioritaria. Deben confluir en esa persona el conocimiento, la experiencia y el talento, y es preciso que la misma cuente con el aval del IPC. Conviene asimismo advertir que la escultura se encuentra estrechamente vinculada al pedestal-fuente concebido para soportarla. De hecho, es posible que los altorrelieves que lo adornan sean obra del mismo autor. Por último, importa recordar que la redoma conformada por el conjunto escultórico (estatua y fuente) -conocida como Redoma El Indio- ha sido igualmente incluida en el Registro y en consecuencia es también sujeto de la mencionada Providencia (IPC, 2006).

Redoma El Indio en 2009 (Foto de D. Diez, extraída de Maracay Forever).


El artículo 7 de la Carta Internacional sobre la Conservación y la Restauración de Monumentos y Conjuntos Histórico-Artísticos (Carta de Venecia, 1964) señala que un monumento es inseparable de la historia de la cual es testigo y del lugar en el que está ubicado, de manera que el desplazamiento de todo o parte de él sólo puede consentirse cuando lo exija su salvaguarda. El artículo 8 del mismo documento dispone que “los elementos de escultura, pintura o decoración que son parte integrante de un monumento sólo pueden ser separados cuando esta medida sea la única viable para asegurar su conservación”. Es probable que, tal como se presentan las cosas, las circunstancias obliguen la desarticulación entre el bronce del cacique Maracay y el pedestal-fuente que lo complementa. A la vista está que se trata de la medida más viable, por lo menos hasta que estén garantizadas las condiciones de preservación del monumento como un todo en su emplazamiento inicial, para lo cual tal vez haya que esperar unas cuantas décadas. Mientras tanto, es obligación de los organismos competentes (IPC, Gobernación del Estado Aragua y Alcaldía de Girardot) procurar y velar también por la conservación del pedestal-fuente original.

Este caso de agresión al patrimonio de los maracayeros, impactante por la significación del monumento y por el brutal ensañamiento de que ha sido objeto, no es en modo alguno singular. Representa más bien -y perdón por el lugar común- la punta del iceberg. En próxima entrada se hará un recuento somero pero sustancial de otros actos lesivos a la estatuaria urbana -por comisión o por omisión- que quizá constituyan sin que nos percatemos el caldo de cultivo para la progresiva destrucción de nuestros bienes culturales.


FUENTES:

Carta Internacional sobre la Conservación y la Restauración de Monumentos y Conjuntos Histórico-Artísticos (Carta de Venecia). (1964). [Documento en línea]. Disponible: http://www.icomos.org/ [Consulta: 2009, Noviembre 12].

Insólito: encontraron la estatua del Indio Maracay en el Lago de Valencia, después del robo (2011, Septiembre 06). Noticias24. Disponible: http://www.noticias24.com/actualidad/noticia/312274/antisociales-remueven-estatua-del-indio-maracay-y-la-dejan-abandonada-en-el-lago-de-valencia/

Instituto del Patrimonio Cultural. (2006). Municipios Girardot y Linares Alcántara, estado Aragua [Catálogo del Patrimonio Cultural Venezolano. Oriente: AR 03-17]. Caracas: Autor.

Maracay Forever. (2008?). [Página Web en línea]. Disponible: http://www.facebook.com/group.php?gid=7923738725 [Consulta: 2011, Septiembre 7].

Providencia Administrativa N° 012/05 (Instructivo que regula el Registro General del Patrimonio Cultural Venezolano y el manejo de los bienes que lo integran). (2005, Junio 30). Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela, 38.237, Julio 27, 2005.

Ontiveros, J. (2011, Septiembre 7). El Indio permanecerá resguardado en Base Sucre. El Aragüeño [Periódico en línea]. Disponible: http://w.w.w.el-aragueno.com.ve. [Consulta: 2011, Septiembre 7].

Otaiza, J. (2011, Septiembre 7). Vecinos hallaron las plumas perdidas. El Aragüeño [Periódico en línea]. Disponible: http://w.w.w.el-aragueno.com.ve. [Consulta: 2011, Septiembre 7].

Trimarchi, K. (2011, Septiembre 07). ¡Sobrevivió el Cacique Maracay!: Rescatado El Indio de las aguas del Lago, sin parte de un brazo y sin el penacho. El Siglo. En: Aragua Sin Miedo. Disponible: http://asmenlinea.blogspot.com/2011/09/sobrevivio-el-cacique-maracay-rescatado.html

martes, 6 de septiembre de 2011

Apartamientos judíos en el cementerio “La Primavera” de Maracay (I)



Plano de "La Primavera" de Maracay. Los rectágulos rojos señalan la ubicación aproximada de los dos apartamientos judíos existentes en dicho cementerio. Las líneas blancas delimitan áreas que pertenecieron a este recinto funerario y que en los últimos años han sido ocupadas por desarrollos urbanísticos espontáneos y planificados.


Un artículo sobre la muerte en el judaísmo (Muerte, s.f.) señala que cuando los judíos llegan a cualquier lugar de la diáspora (1) una de sus primeras preocupaciones en la organización de la vida comunitaria es asegurar un lugar digno para enterrar a sus muertos, para cuyo efecto se suele buscar un lugar cercano al núcleo de población (s.n/p).

Acosta (2006, p.46) extrae por su parte la siguiente cita de la página Web del “Centro Comunitario Lamroth Hakol, de Argentina:

Un judío debe ser sepultado en un cementerio comunitario judío. Este acto manifiesta que así como uno quiso ser parte de la comunidad en vida, quiere seguir siendo parte de la misma aún después de su muerte…Los cementerios comunitarios judíos -a diferencia de otros cementerios privados-no son propiedad de inversores particulares, por lo tanto no tienen fines de lucro. El dinero que ingresa se redistribuye totalmente en la comunidad, para ayudar a familias e instituciones necesitadas. Ningún judío deja de ser enterrado en un cementerio comunitario por no tener medios para pagar… los únicos cementerios que pertenecen a la comunidad judía organizada y que se consideran judíos por estar bajo la supervisión rabínica, conforme a las normas de la tradición judía.

Ambos textos pueden tal vez explicar la presencia de dos apartamientos judíos (2) en “La Primavera”, un cementerio de carácter general, y por tanto abierto a diversas profesiones de fe y corrientes de pensamiento. Si bien el primer apartamiento data de la década de 1930, años críticos en la dilatada historia del pueblo hebreo, el segundo habría comenzado a funcionar hacia la década de 1970 (veintidós años después de la creación del Estado de Israel luego de culminada la segunda guerra mundial), según puede colegirse de la lectura de las fechas de fallecimiento entre las lápidas que se conservan en ambos apartamientos: la fecha más tardía observada en el primero es la de Hudie Edelstein, 1968; la más temprana en el segundo corresponde a Sose de Rosentul, 1971. De manera que, aun considerando una eventual actitud discriminatoria por parte de las autoridades municipales en Maracay durante los años 30 y 40 del pasado siglo, la existencia del segundo apartamiento no deja de restar fuerza a la posibilidad de una motivación involuntaria para la creación de los apartamientos en cuestión por parte de la comunidad judía local.

Estos recintos son de reducida superficie, están confinados por cercas y puertas en herrería artística de extrema sencillez, poseen monumentos modestos y carecen de imágenes religiosas. En tal sentido son reflejo de las costumbres funerarias del pueblo hebreo y de la comunidad judía local, y como tal poseen significación especial dentro del conjunto de bienes culturales del cementerio “La Primavera”.




Detalle de la herrería artística de forjado que delimita el apartamiento judío más antiguo (posiblemente de la década de 1930). Se trata de un enrejado de sencillo diseño compuesto de barras de hierro con puntas entorchadas y sujetas por pletinas perforadas, y de volutas simples fijadas mediante abrazaderas.


A propósito de dichos recintos, es oportuno señalar que en el judaísmo existen normas precisas que rigen el ritual funerario, y que en general han sido seguidas por la comunidad profesante de esta fe en Venezuela.(3)

Señala Bodrodowski de Adaszko (2006) que el código de la Ley Judía o mishná dicta la colocación en el piso de la persona fallecida para acercarle a la tierra de donde proviene y habrá de retornar. Se cierran los ojos y la boca, y sus manos y brazos son extendidos y dispuestos a cada lado del cuerpo, el cual se cubre con una sábana pues se considera deshonrosa la exhibición del cadáver (Fallecimiento, s.f.). Se coloca una vela encendida cerca de su cabeza en señal de respeto a su alma y para facilitar el ascenso de la misma al cielo. Se procede luego al lavado del cuerpo del mismo modo en que es lavado al nacer, labor a cargo de los miembros de la sociedad piadosa (Jevrá Kadishá) de la comunidad. Luego de un lavado meticuloso – proceso que incluye el corte de uñas y el peinado, pero que no admite el maquillaje-, el cadáver se coloca en una mortaja en señal de igualdad ante la muerte entre todos los seres humanos, y a objeto de ser sepultado directamente en tierra de acuerdo con lo escrito en Génesis (3:19): …”ya que polvo eres y al polvo volverás”. Por esta razón la ley judía prohíbe la sepultura en mausoleos y la cremación. En países donde la legislación no permite el enterramiento directo (como es el caso de Venezuela), se recurre al uso de ataúdes en madera de pino, poco resistentes a los agentes naturales de desintegración o se les practica orificios para favorecer la acción de dichos agentes y la integración de los restos a la tierra (Muerte, op.cit.; Bodrodowski de Adaszko, op. cit.).

Salvo en casos de excepción, debe procurarse el enterramiento lo antes posible, preferiblemente el mismo día del fallecimiento (Fallecimiento, op. cit.). En el cementerio se lleva a cabo una breve ceremonia donde se manifiesta la aceptación de la Justicia del Decreto Divino (Tziduk Hadin) y el rabino reflexiona sobre la muerte y la persona fallecida. Seguidamente se realiza a los dolientes directos mayores de 12 años la rasgadura de sus ropas (Keriá o Kriá) en señal de dolor y angustia por la pérdida del ser querido. Luego de la aceptación, por parte de los dolientes, de los designios divinos mediante el recitado del Kadish (plegaria que culmina con las palabras…”el que hace la paz en las alturas nos dará la paz a nosotros”; Muerte. op.cit., s.n./p.), se procede de inmediato al enterramiento y despedida. No se acostumbra colocar flores por ser éstas símbolos de vida, hecho que puede explicar la ausencia de floreros en la mayoría de los monumentos funerarios observados en los apartamientos judíos de “La Primavera”. Cumplido el mes de fallecimiento –e incluso la primera semana- puede colocarse una losa (Matzevá) en el lugar de sepultura, pero se acostumbra hacerlo más bien al cabo de un año, ocasión en que culmina el duelo y se rinde homenaje (Iortzait) al difunto o difunta. La piedra es considerada un símbolo de respeto y afecto pues mantiene vivo el recuerdo de la persona fallecida (Muerte, op. cit.; Bodrodowski de Adaszko, op. cit.).

Señala el primero de estos últimos autores que, más allá de la colocación de la Matzevá, en los cementerios judíos no se hacen monumentos funerarios, lo cual no concuerda con su presencia en los apartamientos del cementerio maracayero. En todo caso, tal como anota Bodrodowski de Adaszko, éstos no deben ser ostentosos, y, a pesar de la oposición de los religiosos en extremo, además del nombre del difunto o difunta y la fecha hebrea de fallecimiento, el epitafio puede incluir el nombre secular y la fecha gregoriana de deceso. El empleo de imágenes humanas en las sepulturas se considera una violación al segundo mandamiento (“no harás para ti escultura ni imagen”), y aunque la presencia de un retrato del difunto o difunta no está prohibido, es en cambio considerado de mal gusto (op. cit.), por lo que es posible que el referido precepto haya estigmatizado su uso en “La Primavera”.




 Obelisco a la cabecera de uno de los monumentos funerarios presentes en el apartamiento de mayor antigüedad. Además de la estrella de David, muestra inscripciones en hebreo y español, así como las fechas gregorianas de nacimiento y deceso.


Los dos apartamientos, denominados “Panteón de la colonia [judía]” en los libros de inhumaciones de "La Primavera", se localizan muy próximos uno del otro en el sector centro-oriental del cementerio y presentan una morfología similar: una planta rectangular confinada, con un solo vano de entrada guardado por una puerta metálica a dos hojas. Dicho vano comunica desde el exterior a un espacio con un mesón (donde se coloca el ataúd durante la ceremonia previa al enterramiento), transpuesto el cual se llega al área de sepulturas propiamente dicho. Ambos lucen muy descuidados y muestran señales serias de vandalismo, reflejado en la sustracción de lápidas y del material de revestimiento de los monumentos.




Pórtico del apartamiento judío más reciente (posiblemente de inicios de la década de 1970). Al centro se divisa el mesón para la ceremonia previa al enterramiento.



NOTAS:

(1) Voz griega que designa la dispersión del pueblo hebreo a través del mundo en el siglo II de la era cristiana (García-Pelayo y Gross, 1979).

(2) Se utiliza en este trabajo el término apartamiento en la acepción de “acción y efecto de apartar o apartarse” (Real Academia Española, 2001), a fin de diferenciar estos espacios confinados (no necesariamente de forma involuntaria) de otros existentes en “La Primavera”, como el Mausoleo de Juan Vicente Gómez y el Panteón del Aviador Caído, también separados del resto del cementerio por muros o rejas, separación que, sin embargo, no connota una motivación religiosa.

(3) De Lima (2005) muestra el caso excepcional del Cementerio Judío de Coro, en el cual son frecuentes las imágenes religiosas católicas como posible resultado de la integración a la sociedad local -no siempre voluntaria- de la comunidad judía sefardita radicada en la capital falconiana.



FUENTES:

Acosta, M. (2006). La dinámica de la simbología funeraria: Transformaciones materiales en el cementerio judío de Linniers. Acervo [Revista en Línea], 5(1), 42-55. Disponible: www.acervohistoricozulia.com/descargas/acervo_rev1-vol5.pdf [Consulta: 2010, Febrero 18].

Bodrodowski de Adaszko, S. (2006). Historia, rituales religiosos, costumbres, leyendas y preceptos en los entierros judíos. Acervo [Revista en Línea], 5(1), 56-72. Disponible: www.acervohistoricozulia.com/descargas/acervo_rev1-vol5.pdf [Consulta: 2010, Febrero 18].

De Lima, B. (2005). Dolor y amor, ángeles y plañideras: Cementerio judío de Coro. Apuntes [Revista en línea], 18(1-2), 56-69. Disponible: http://revistas.javeriana.edu.co/sitio/apuntes/sccs/tabla_contenido.php?id_revista=30 [Consulta: 2009, Octubre 9].

Fallecimiento. (s.f.). [Artículo en línea]. Disponible: http://www.kehilacordoba.org/_sentir_ciclodelavida_fallecimiento.asp [Consulta: 2011, septiembre 4].

García-Pelayo y Gross, R. (1979). Pequeño Larousse Ilustrado. Buenos Aires: Ediciones Larousse.

Muerte. (s.f.). [Artículo en línea]. Disponible: http://www.sefarad.as/ciclovi/muerte.htm [Consulta: 2011, Agosto 29].

Real Academia Española. (2001). Diccionario de la Lengua Española (22ª. ed.). [Libro en línea]. Autor. Disponible: http://buscon.rae.es/draeI/ [Consulta: 2011, Septiembre 5]