Arte Lapidaria
2. Epigrafía. La lápida como documento debe en buena medida su carácter a la información que aporta a través de las inscripciones a las que sirve de soporte. Dichas inscripciones son conocidas como “epitafio”, el cual consiste, en su versión más común, en la mención del nombre completo del difunto o difunta, acompañado de las fechas de nacimiento y deceso de dicha persona. Estos datos básicos responden al objetivo principal del epitafio en cuanto recurso para la memoria; con el epitafio no sólo se busca impedir que el fallecido o fallecida caiga en el olvido, sino que también sea honrada con la adición de frases, pensamientos o versos alusivos a sus virtudes y logros personales, a circunstancias particulares de su vida o de su muerte -en ocasiones con consejas al lector, supuestamente derivadas de su propia experiencia-, o al vacío que ha dejado entre sus seres queridos.
2. Epigrafía. La lápida como documento debe en buena medida su carácter a la información que aporta a través de las inscripciones a las que sirve de soporte. Dichas inscripciones son conocidas como “epitafio”, el cual consiste, en su versión más común, en la mención del nombre completo del difunto o difunta, acompañado de las fechas de nacimiento y deceso de dicha persona. Estos datos básicos responden al objetivo principal del epitafio en cuanto recurso para la memoria; con el epitafio no sólo se busca impedir que el fallecido o fallecida caiga en el olvido, sino que también sea honrada con la adición de frases, pensamientos o versos alusivos a sus virtudes y logros personales, a circunstancias particulares de su vida o de su muerte -en ocasiones con consejas al lector, supuestamente derivadas de su propia experiencia-, o al vacío que ha dejado entre sus seres queridos.
A propósito de los cementerios tradicionales en Venezuela, Caraballo Perichi (2005, p. 3) señala la importancia del epitafio como sigue:
En estos espacios urbanos no sólo reposan los restos de aquellos ilustres –y otros no tan ilustres personajes protagonistas de nuestra historia reciente. La destrucción de muchos cementerios tradicionales … deja graves vacíos en la memoria de la colectividad. Esa pérdida no se limita a los restos materiales, sino a la información histórica contenida en las lápidas, que es a fin de cuentas el más importante archivo de fechas y nombres -cuando no el único- con el que cuentan muchas de nuestras localidades urbanas.
Domínguez Prieto (2006, p. 96) expresa la misma idea, si se quiere, de una manera más llana:
Una pregunta que detona la curiosidad de quien pretende conocer un cementerio es ¿Qué historias hay detrás de cada muerte? La única información que el visitante tiene a la vista es la que procede de los epitafios inscritos en las lápidas.
Muchas veces de un nombre y una fecha se pueden hacer muchas deducciones sobre qué clase de persona yace en una tumba. En ocasiones los sepulcros se convierten en multifamiliares que reciben los cuerpos de personas que en vida no tuvieron la oportunidad de conocerse. Donde descansan los restos de la abuela se encuentran también los del esposo de la nieta.
El elemento de continuidad más importante en los epitafios es la negación de que la muerte todo lo destruye y de que todo rastro de vida una vez enterrado se perderá en el olvido. Es por eso que en las frases encontradas en las lápidas es recurrente la referencia a una vida después de la muerte, la mayor de las veces permeada por la promesa de las religiones judeocristianas de una vida eterna.
La antigua Roma llamaba epigramas las inscripciones hechas sobre monumentos celebrantes y funerarios destinados a conservar la memoria de una persona, una cosa o un suceso de importancia. Por derivación, se llama epigrafía la “ciencia cuyo objeto es conocer e interpretar las inscripciones” (Real Academia Española, 2001).
En el cementerio “La Primavera” predominan los epitafios que sólo aportan la información básica sobre el difunto o difunta. Sin embargo, en la lectura de muchos de ellos –como bien comenta Domínguez Prieto- puede deducirse e incluso recrearse hechos y circunstancias relacionadas con la persona aludida, a veces con el refuerzo de un retrato, una fotografía familiar o cualquier otra imagen conexa, o bien mediante la observación de la lápida en su contexto, sobre todo en los casos en que el epitafio nada revela en forma expresa.
Son raros en este cementerio los epitafios extensos o muy elaborados. Entre ellos, y obviando las consideraciones sobre su posible valor literario, destaca como ejemplo de inscripciones de carácter lírico la que se encuentra en el monumento funerario de la familia Capriles Peñaloza, dedicada al coronel Manasés Eduardo Capriles, fallecido en 1952:
“TESTAMENTO LÍRICO”/ ALMAS SENTIMENTALES Y PIADOSAS/ SALVADME PARA SIEMPRE DEL OLVIDO/ Y EN ESTA FOSA DONDE ESTOY DORMIDO/ DEJADME FRESCAS Y FRAGANTES ROSAS./ II/ TENDEDME VUESTRAS MANOS CARIÑOSAS/ JUNTO AL JOVEN ROSAL YA FLORECIDO./ COMPADECED MI ORGULLO DE VENCIDO/ EN LAS HELADAS NOCHES SILENCIOSAS/ III/ A ESTE BATALLADO EN RUDAS LIDES/ DADLE UN RAMO DE AZULES “NO ME OLVIDES”/ Y DEL SOL LOS QUEMANTES RESPLANDORES./ IV/ Y SEMBRAD EN MI TUMBA SOLITARIA/ UNA ROJA Y HERMOSA TRINITARIA/ DONDE ANIDEN LOS PÁJAROS CANTORES.
Un retrato sobre porcelana muestra el rostro de un militar, cuya adustez se antoja circunstancial al lector a juzgar por el contenido de este texto, que, al ser escogido para conmemorarle, parece reflejar más bien a una persona de gustos refinados y manifiesta sensibilidad. La posibilidad de que haya gozado del cariño sincero de sus deudos está reforzada con el patente cumplimiento de una de las solicitudes testamentarias: una trinitaria de abundantes flores rojas sombrea este monumento firmado por Roversi.[1].
Son de consideración otros dos epitafios que podrían asimismo estimarse de carácter literario por el empleo de formas discursivas que no son de uso corriente en el habla ordinaria. Los dos expresan a su modo el dolor por la pérdida de la persona amada. Uno de ellos, escrito con láminas metálicas aplicadas a la losa de la doctora Isabel Ortiz de Gómez Peña (fallecida en 1963), destaca por su valor estético y su contenida expresividad: “TIERRA/ HAZ DE MI/ DOLOR UN ECO/ ETERNO”. El autor del epitafio habría sido su esposo, el también médico Juan Gómez Peña (Salazar Léidenz, 2002),[2] quien falleció en 1972 y cuya losa sepulcral se ubica al lado de la correspondiente a la doctora Ortiz.
El epitafio dedicado a Alicia ? (fallecida en 1937), contenido en una lápida firmada por J. Roversi, llama la atención por el uso del latín y de la numeración romana. En el contexto de un cementerio modesto en una ciudad pequeña para la época probable de construcción del monumento (hacia fines de la década de 1930), este epitafio resulta cuando menos ostentoso, y circunscribe, sobre todo, el recuerdo de la difunta a una reducida audiencia, tal vez, incluso, tan solo al dedicante: “ALICIA:/ IN TERRA DORMIT:/ IN CORDE MEO VIVET:/ VI-I-MCMXII/ VII-XII-MCMXXXVII” (ver foto en la pasada entrada del 08 de noviembre de 2008).
Dos epitafios más del género son, sin duda, menos refinados, pero rebosan en cambio de franca vitalidad expresiva. Así, sobre una estela en la tumba de Argenis José Baena (fallecido en 2006), se lee: “…SIEMPRE TE AMARÉ BAJO LA LLUVIA Y EL SOL… TE AMARÉ/ SOBRE LA TIERRA… TE AMARÉ EN LA MONTAÑA Y EL CIELO… TE AMARÉ/ CON EL VIENTO… TE AMARÉ… SENCILLAMENTE TE AMARÉ… TE AMARÉ.”
Pareciera existir una intencionalidad en la diagramación del texto al hacer que cada una de las tres líneas de la composición culmine con la frase “te amaré”, lográndose con ello cierta sensación de ritmo y musicalidad.
En la estela de la tumba de Alfonzo (sic) Tovar (fallecido en 2005) se fuerza la sintaxis y la ortografía para crear un amoroso acróstico de cuño popular en homenaje al ser querido: “AMOR DE MI VIDA/ LOS AÑOS NOS UNIERON/ FABULOSO HOMBRE/ OLVIDARTE JAMÁS PODRÉ/ NENA TU ÚNICO AMOR/ SUSPIRAMOS JUNTOS/ ONDO [sic] VACÍO DEJASTES [sic] EN MÍ”.
Dentro de este lenguaje de índole funeraria no falta la metáfora como recurso poético. Ejemplo de ello son los epitafios en las sepulturas de Miguel Ángel Mora Mora, fallecido en 1974, y de Inés Hurtado, fallecida en 1966, respectivamente: (a) “CUANDO UNA FLOR SE MUERE NACE UNA SEMILLA/ CUANDO UNA SEMILLA MUERE NACE UNA PLANTA/ CUANDO UN HIJO DE DIOS MUERE/ NACE A LA VIDA ETERNA”, y (b) “UNA MAÑANA DE ABRIL/ UN CAPULLO DIO SU FLOR/ UNA TARDE DE MARZO/ SE DESOJÓ [sic] LLENA DE LUZ/ SIEMPRE MÁS ALLÁ”. Ambos epitafios abordan el tema vegetal, tal vez por la relación tan estrecha de las flores con la muerte o por lo que las plantas representan en la simbología del renacer a una vida nueva.
Los epitafios dedicados al coronel Jesús María García, a Antoniea Lavieri Levy, y a Salvatore Spallone se mueven entre la poesía y la crónica. En ellos se mezclan la sensibilidad y el rigor expositivo propios de cada uno de estos géneros literarios, a ratos en una forma atropellada que se antoja razonable en el contexto funerario. Para la recordación del primero de los difuntos mencionados, los deudos han optado por la exaltación de su quehacer militar:
CORONEL JESÚS MARÍA GARCÍA/ 60 ANDINOS DE LA REVOLUCIÓN LIBERAL/ RESTAURADORA/ JOVEN NACIDO EN TÁRIBA EDO. TÁCHIRA/ EN EL AÑO 1878 QUIEN FORMÓ PARTE DE/ LOS SESENTA ANDINOS DE CIPRIANO CASTRO EL/ 23 DE MAYO DE 1899 ANTE [sic] DE CRUZAR EL/ RÍO TÁCHIRA: SE CONTARON 58 CON JUAN/ VICENTE Y YO SOMOS SESENTA./ DIJO EL GENERAL CIPRIANO CASTRO/ EN EL AÑO DE 1902 EN LA BATALLA DE/ MATAPALO OBTIENE EL TÍTULO DE CORONEL/ SE ENCONTRABA EN MIRAFLORES EN LOS/ SUCESOS DE FEBRERO Y ABRIL DE 1928/ SIENDO UN MILITAR REVOLUCIONARIO HASTA/ EL FIN EL CORONEL JESÚS MARÍA GARCÍA/ SE RETIRÓ DEL EJÉRCITO EL TIEMPO DEL/ GENERAL MEDINA ANGARITA FALLECE EL/ 3 DE ABRIL DE 1954/ ERA CONOCIDO COMO JESÚS EL VALIENTE/ ERA PADRE DE LA ECÓLOGA ARAGÜEÑA/ DOÑA MIMILLA.
Ana Hilda García Pazos (Mimilla)[3] conmemora el primer aniversario de la muerte de su padre en una lápida con forma de libro. Ninguna inscripción hace en cambio mención sobre la referida ecologista (fallecida en 2006) y sobre la posible ubicación de sus restos mortales en el monumento familiar.
El epitafio de Salvatore Spallone, probablemente fallecido en 1958, exalta más bien las virtudes personales del aludido, que en su sencillez lucen dignas de mérito para quienes le dedican un postrero homenaje: SALVATORE SPALLONE/ NACIDO EN ITALIA EL 23-11-1932/ ARRIBÓ A VENEZUELA EL 2-5-1951/ JOVEN VOLUNTARIOSO TRABAJANDO/ EL OFICIO DE ALBAÑIL/ ACATÁNDOSE [sic] LA SIMPATÍA DE TODOS./ EL CRUEL DESTINO LE QUITA LA/ VIDA EN SUS JÓVENES AÑOS DEJANDO/ A LOS SUYOS EN LA DESOLACIÓN/ DEL MÁS PROFUNDO DOLOR/ MARACAY, 11-2-1958/ LOS FAMILIARES […].
El epitafio de Antonieta Laviery Levy, fallecida en 1973, está escrito sobre una estela en mármol a la cabecera del sobrio y elegante monumento familiar. Dicha estela simula un escenario con telón abierto y ostenta el rostro alegre, lozano y pulcro de la fallecida. La lectura contextual de la inscripción sugiere una persona que gozó del privilegio de recibir una educación esmerada y de adquirir gustos refinados:
HIJA/ ANHELABAS VER FLORECER LOS/ CEREZOS EN EL LEJANO ORIENTE/ Y DECÍAS QUE NO CERRARÍAS TUS OJOS/ PARA SIEMPRE SIN ANTES RECREAR TU/ ESPÍRITU CON ELLO PERO EL DESTINO/ TRUNCÓ DESPIADADAMENTE TUS DESEOS/ NO OBSTANTE TENGO LA FIRME/ CONVICCIÓN QUE TE HABRÁS SATURADO/ EN ESPÍRITU EN ESE PAÍS POR EL/ CUAL SENTÍAS GRAN AFINIDAD.
Es frecuente encontrar en “La Primavera” sepulturas de personas de profesión militar, lo cual resulta natural en Maracay, ciudad de importantes acantonamientos de las fuerzas armadas y aéreas del país. Llaman en especial la atención aquéllas cuyos epitafios revelan la pérdida numerosa de miembros, a menudo pioneros, de la aviación venezolana. Por doquier es posible encontrar inscripciones como éstas: (a) “SARGENTO/ TÉCNICO DE/ AVIACIÓN/ JUAN SIFONTES/ HERNÁNDEZ/ NACIO EN RIO/ CHICO/ EL 18-11-30/ Y MURIO TRAGI/ CAMENTE EN/ MARACAY EL/ 21-3-50 RDO DE/ SUS PADRES/ Y DE SU NOVIA”; (b) “SARGENTO/ TECNICO DE AVIACIÓN/ JULIO CÉSAR SALAS V./ MURIO TRAGICAMENTE/ 12-7-1952/ RDO. DE SU ESPOSA/ E HIJOS” (ver fotografía en la entrada del 08 de noviembre de 2010); (c) “TTE DE AVIACIÓN/ JOSE TOBIAS BILBAO/ NACIO 19-3-1935/ MURIO TRAGICAMENTE 21-9-1960/ RDO DE SU MADRE Y FAMILIARES; (d) “STO TÉCNICO/ JOSÉ DANIEL BELLO/ CAÍDO EL 29-6-60/ RDO. DE SU MADRE (FOTO N° 167/7576); (f) “SUBTTE / GABRIEL ACOSTA GIL / DESAPARECIÓ EN EL MAR / EL 21-6-57 / RDO. DE SU ESPOSA”, y (g) “EN MEMORIA DE LOS AVIADORES CAÍDOS EN ACTOS DEL SERVICIO”.
En los siete epitafios señalados es explícita en el texto la circunstancia trágica y súbita del fallecimiento. En los epitafios de Edgar Medina Briceño (s.f.) y del sargento José Manuel Torres, fallecido en 1944 (ver foto en entrada delo 08 de noviembre de 2010), el hecho se patentiza en cambio -con igual o mayor fuerza- mediante la imagen de un avión en llamas.
Pero la memoria de un final trágico no es exclusiva del ámbito militar, ni menos terrible. Unas veces de manera sutil y otras en la forma descarnada de la denuncia, la historia ordinaria de la ciudad se va tejiendo paulatinamente en los dramas familiares plasmados en epitafios como los que siguen: (a) “AQUÍ REPOSAN LOS RESTOS/ DE LA/ FAMILIA BRACCO/ DANIELA A. BRACCO/ ANA ROSA BRACCO/ ANA ELIZABETH BRACCO/ CARLOTA DANIELA BRACCO/ INGRID BEATRIZ BRACCO/ FALLECIDAS EL 06 04 76/ SERGIO BRACCO/ FALLECIDO EL 08 05 2000”; (b) “RECUERDO DE SU MADRE, ESPOSO HIJOS/ FAMILIARES NO HE MUERTO SOLO ME FUI/ ANTES Y NO QUIERO QUE ME RECUERDEN/ CON LÁGRIMAS COMO AQUEL QUE NO/ TIENE ESPERANZA, PERDON A TODOS/ SOLO TOME UNO DE LOS TRENES ANTE-/ RIORES Y SE ME OLVIDÓ DECIR/ ADIOS…” (Epitafio de Aura Marina Guillén de Tablante, fallecida en 2007); (c) “JAIME CASTILLO MATEO/ *11-9-19?/ +10-8?-1984/ RDO. DE SUS PADRES/ TÍA- PRIMOS/ ASESINADO POR SU/ ESPOSA/ Y SUS HIJAS”, y (d) “DAVID WEBEL/ 19 TEVETH 5740/ YECHIL CIRLA/ 1914 1931/ SALA 1920/ BERNARD 1929/ JAIME 1942/ {GENIA 1942/ CYLA 1943} VICTIMAS DEL HOLOCAUSTO”.
Acontecimientos de la historia contemporánea de Venezuela se encuentran representados -por lo general de manera escueta e incluso sólo en relación con una fecha o un acontecimiento conocidos- en las lápidas de personas notables y ordinarias. El título “Benemérito” y los días de nacimiento y de muerte coincidiendo con los de Simón Bolívar, en el sencillo epitafio del general Gómez, motivan la curiosidad hacia la controvertida figura de quien detentó el poder en Venezuela por 27 años: “BENEMÉRITO GENERAL/ JUAN VICENTE GÓMEZ/ NACIÓ EL 24 DE JULIO/ DE 1857/ MURIÓ EL 17 DE DICIEMBRE/ DE 1935”.
La llamada “Revolución de Octubre de 1945”[4] se encuentra reflejada en la lápida que hace constar la presencia en “La Primavera” de los restos del abogado Aníbal Paradisi, para entonces Presidente del estado Aragua, y quien resultara muerto en el incidente: “DR. ANIBAL PARADISI/ + 18-10-45”.
“El Porteñazo”[5] está reprensado por su parte en el epitafio de la sencilla sepultura de Juan Vicente Sumoza: “EL EJERCITO/ AL SOLDADO/ JUAN VICENTE SUMOZA E./ MUERTO EN PUERTO CABELLO/ EL DIA 2-6-62/ EN CUMPLIMIENTO DE SU DEBER”.
El 19 de octubre de 1971 fue noticia nacional la muerte en accidente vial de César Girón, iniciador de una dinastía de toreros que llegó a adquirir reconocimiento internacional. En el monumento funerario familiar, el epitafio a su memoria pone en su boca las siguientes palabras: “HE LLEGADO A MI FINAL/ DESTINO DÍGASE QUE/ PRESENCIÉ LA REALIDAD”.
Durante el cumplimiento de su cargo murió también José Casanova Godoy, gobernador del estado Aragua entre 1981 y 1983, luego de lo cual es epónimo de una de las principales avenidas de Maracay y, desde 1999, de una de las parroquias urbanas del Municipio Girardot. Su muerte provocó una manifestación multitudinaria en la ciudad como en su oportunidad suscitara la de César Girón. La lápida dedicada a su memoria es apenas menos parca que la del doctor Paradisi: JOSÉ CASANOVA GODOY / * 23-9-1939 / + 30-4-1983 / RDO. DE SUS PADRES / ESPOSA E HIJOS”.
No faltan en el cementerio maracayero las frases copiadas de los textos cristianos, así como las alusiones directas a la idea de la vida eterna, propia de este credo. Pueden leerse entonces epitafios como los que a continuación se muestran: (a) JESUS DICE/ VENID A MI/ TODOS LOS/ QUE ESTAIS/ TRABAJADOS/ Y CARGADOS/ Y YO OS HARE/ DESCANSAR/ MT. 11.28 (en la tumba de Rebeca L…?, fallecida en 1974); (b) “EN DELICADOS PASTOS/ ME HARÁ DESCANSAR/ SALMO 23” (en la tumba de Dolores B. de Maldonado, fallecida en 1977); (c) “MARÍA SERAFINA OLMEDO/ DE CARRILLO/ SEÑOR HAZ DE MI/ UN INSTRUMENTO/ DE PAZ/ 12-09-92”; (d) “ERA NUESTRO DESEO QUE TE QUEDARAS/ PERO DIOS TE AMÓ Y TE LLAMÓ/ A LA LUZ DEL SEÑOR” (en la tumba de Eneo Travaglini Chiavarini, fallecido en 1984?); (e) “LA MUERTE NO ES EL FINAL DEL/ CAMINO SINO EL COMIENZO DE/ UNA NUEVA VIDA” (en el monumento de la familia Sánchez Gómez, posiblemente de 1957); (f) “ELEVEMOS UNA ORACIÓN AL CIELO POR EL ETERNO DESCANSO DE SUS ALMAS/ COMO ANTES Y COMO SIEMPRE VIVIRÁN EN NUESTROS CORAZONES,/ HASTA EL DÍA EN QUE NOS REUNAMOS EN EL CIELO” (en el monumento de la familia Medina Sánchez), y (g) “ALEJANDRO/ EXCELENTE HIJO OFICIAL ESPOSO Y PADRE/ NUNCA TE OLVIDAREMOS Y TU RECUERDO CONTINUARÁ VIVO/ COMO SI ESTUVIERAS A NUESTRO LADO/ TE PEDIMOS QUE DESDE EL SITIO DONDE TE ENCUENTRES NOS BENDIGAS/ Y EN UNIÓN DE DIOS SIGAS SIENDO NUESTRO PROTECTOR/ DEDICAN A TU MEMORIA QUIENES TE AMARÁN ETERNAMENTE/ TU ESPOSA HIJO HIJA Y PADRES POLÍTICOS” ( Al Capitán Piloto Alejandro Krohn Roca, fallecido en 1971).
El distanciamiento del núcleo familiar, o tal vez la soledad, parecerían haber sido una realidad en algunas personas, al menos al final de su vida, realidad determinada a veces por la condición de inmigrante. Pero también lo habría sido la solidaridad y el afecto, a juzgar por la lectura de algunas inscripciones dedicadas al difunto o difunta por personas con las que no poseía relación de parentesco alguna. En este sentido, no dejan de ser conmovedores epitafios como éstos: (a) “BERTON ANDRE/ +25-5-49/ RDO. DE SUS AMIGOS”; (b) “RUFO MORENO/ + 29-12-54/ RDO. DE UN AMIGO; (c) “JUAN YUSTIS/ 28 DE MARZO DE 1948/ HOMENAJE DE SUS CONDISCÍPULOS/ EN EL INTERNADO DE READAPTACIÓN/ DE LA ISLA DE TACARIGUA/ DÍA DEL INTERNADO/ 15-4-49”; (d) “RAFAEL ENRIQUE HEREDIA/ DESCANSA EN PAZ QUERIDO AMIGO/ TU RECUERDO VIVIRÁ SIEMPRE/ EN NUESTRO HOGAR/ MARACAY 3. 9. 63”; (e) “RECUERDO DE SU INTIMA/ AMIGA BLANCA HERNANDES DE LA/ CRUZ/ SEÑORITA/ CLEMENCIA OLIVO/ +23-12-79”, y (f) “ASDRUBAL QUIROS/ *23-12-1928/ +30-05-1985/ RDO DE SUS AMIGOS/ JUSTO JOSÉ COLMENARES/ ANGEL ALVARES”.
No es, por cierto, raro encontrar en La Primavera epitafios donde se incluye en forma evidente el nombre de la o las personas que han dedicado la lápida, tal como puede apreciarse en los ejemplos (e) y (f) recién mencionados. Esta costumbre, en todo caso, ya era común en la antigua civilización romana, según se desprende de la lectura de estelas funerarias de los siglos I a.C. a II d.C. en la necrópolis de “Pian di Bezzo” de Sarsina, Italia (Tipología de los sepulcros, 2006).
NOTAS:
[1] Considerando la probable fecha de construcción del monumento (1952-1953), es posible que se trate de F. Roversi M.
[2] Juan Gómez Peña e Isabel Ortiz de Gómez Peña forman parte de un grupo de difuntos y difuntas sepultados en “La Primavera” y que son considerados por diversas personas como “ánimas benefactoras”, a quienes generalmente se agradece mediante lápidas o exvotos por los favores concedidos.
[3] Ana Hilda García Pazos (Mimilla) nació en Maracay (estado Aragua) el 20 de junio de 1913. Vivió desde su nacimiento en las cercanías del hoy parque nacional Henri Pittier, el primero decretado en Venezuela. Entre 1943 y 1948 habitó con su esposo (coronel Abel Romero Villate) en las instalaciones del inconcluso hotel Rancho Grande, ubicadas en pleno parque y en la actualidad destinadas a la investigación. A finales de 1943 el Dr. Henri Pittier le regaló una plumilla, con la cual realizó más de 50 dibujos sobre la fauna y flora locales. Parte de estas obras fueron donadas por Mimilla en 1999 a la Sociedad Conservacionista de Aragua, institución con la cual desarrolló un proyecto conservacionista dirigido a personas de la tercera edad y de alcance internacional mediante el recurso de la Internet (Mimilla, s.f., s.n/p.). El blog relacionado con este proyecto, llamado “Doña Mimilla”, está disponible en http://74.125.113.132/search?q=cache:8LG7sc09EAsJ:mimillaecologica.blogspot.com/2010_03_18_archive.html+Do%C3%B1a+Mimilla%2BAragua&cd=2&hl=es&ct=clnk&gl=ve
[4] Insurrección cívico militar liderada por Rómulo Betancourt y Marcos Pérez Jiménez, que tuvo lugar en Caracas y Maracay entre el 18 y el 19 de octubre de 1945 y que culminó con la caída del gobierno, detentado por el general Isaías Medina Angarita (El 18 de Octubre de 1945, s.f.; Leiva Santana, 1979). Botello (1980, s. n./p.) muestra una fotografía del monumento funerario a los soldados caídos en Maracay durante la asonada, el cual no se ha logrado ubicar durante el registro llevado a cabo en el presente estudio.
[5] Alzamiento cívico militar contra el entonces Presidente Rómulo Betancourt, iniciado el 02 de junio de 1962 en la Base Naval de Puerto Cabello (estado Carabobo) y sofocado el día siguiente por las fuerzas leales al gobierno. Las cifras oficiales señalan un saldo de más de 400 muertos y 700 heridos (El Porteñazo, 2010). Antonio Guevara Jiménez, participante en el alzamiento, estima entre cinco mil y seis mil las víctimas fatales (Lucart, 2009).
FUENTES CITADAS:
Botello, O. (1980). Maracay: Noticias del viejo valle. Maracay: Concejo Municipal del Distrito Girardot.
Caraballo Perichi, C. (2005). El cementerio tradicional: Un patrimonio de muerte lenta [Artículo en línea]. Disponible: http://www.manizales.unal.edu.co/modules/ununesco/admin/ archivos/elcementeriotradicional.pdf
El 18 de Octubre de 1945. (s.f.). [Artículo en línea]. Disponible: http://74.125.113.132/search?qcache:u8a6QxsxlNUJ:efemeridesvenezolanas.com/
Domínguez Prieto, O. (2006). El Panteón Francés de La Piedad en la ciudad de México: Vestigios de la presencia de la inmigración europea en el siglo XIX. Acervo [Revista en línea], 5(1), 89-98. Disponible: http://www.acervohistoricoZulia.com/descargas/acervo_rev1-vol5.pdf
Leiva Santana, A. (1979). Maracay después de Gómez. Maracay: Concejo Municipal del Distrito Girardot.
Lucart A., J. (2009, Mayo 5). El Porteñazo: 47 años de una insurrección militar. En Aporrea.org [Página Web en línea]. Disponible: http://74.125.113.132/search?q=cache:AyQk4WFBJqIJ:www.aporrea.org/ideología/a78831.html+el+porte%C3%B1azo+1962&cd=5&hl=es&ct=clnk&gl=ve
El Porteñazo. (17 mar. 2010). [Artículo en línea]. Disponible: http://es.wikipedia.org/wiki/El_Porte%C3%B1azoReal Academia Española. (2001). Diccionario de la Lengua Española (22a. ed.). [Libro en línea]. Autor. Disponible: http://buscon.rae.es/draeI/
Salazar Léidenz, M. (2002). Venezuela en la magia, el mito y la leyenda. Caracas: Guaraira Repano.Tipología de los sepulcros [Guía didáctica]. (2006, Noviembre 11). En Città di Sarsina [Página Web en línea]. Disponible: http://www.comune.sarsina.fo.it/spagnolo/museoarch/guida.htm#6
Tipología de los sepulcros [Guía didáctica]. (2006, Noviembre 11). En Città di Sarsina [Página Web en línea]. Disponible: http://www.comune.sarsina.fo.it/spagnolo/museoarch/guida.htm#6
Gracias por este post.
ResponderEliminarCrecí en Maracay y fui muchas veces con mi madre a ese cementerio. Siento mucha nostalgia al leer su escrito y conseguir referencia al epitafio de mi bisabuelo, al de mi amiga de infancia y al de un alma milagrosa al que me llevaba de vez en cuando mi mamá. Me ha revuelto mis entrañas.
Gracias por tu comentario, José. Recibir sentidas expresiones como las tuyas a partir de la lectura de alguna entrada de este blog es una gran motivación para continuar alimentándolo. Curiosamente, las entradas sobre el cementerio La Primavera han tenido bastante receptividad a pesar de que el tema no es del gusto común. Me sorprende gratamente la participación de personas que, como yo, se encuentran vinculadas sentimentalmente a este viejo y decadente cementerio. Eso me impulsa a publicar otros textos que cubren otros aspectos del mismo.
ResponderEliminarHola, volví a este post 6 años más tarde porque en la familia estamos re-descubriendo a nuestro abuelo-bisabuelo-tatarabuelo: el coronel Jesús María García. Nuestro abuelo-bisabuelo-tatarabuelo era un oficial del ejército y en tiempos del General Gómez terminó viviendo en Maracay. A Dios gracias la descendencia del Cnel. Jesús García ha sido bastante grande y todos o somos maracayeros o estamos muy ligados a nuestra querida ciudad. Hoy les envié el enlace de su post. Muchas gracias.
ResponderEliminarCon relación a la lapida del señor Jaime Castillo (Asesinado por su esposa e hijas) yo recuerdo muy bien ese caso porque fué en el edificio donde vivíamos. Residencias La Esperanza, torre B.
EliminarNosotros vivíamos en el piso 12 y los Castillo en el 14. Efectivamente, fueron la esposa y las dos hijas quienes lo mandaron a matar.
Hola soy nieta del Médico Obstetra Juan Gómez Peña y efectivamente allí reposan los restos de mi abuelo, su esposa la Dra. Isabel Ortiz, de mi tío Alí Gómez y mi padre Dr Antonio Gómez. Es increíble la cantidad de placas y recuerditos en agradecimiento a las peticiones de sus fieles devotos que piden por un milagro y realmente se cumplen. Fueron médicos que ocuparon cargos en la sociedad aragueña, muy queridos por las ayudas y consultas gratuitas para los más necesitados.
ResponderEliminarAgradecida por la crónica, muy completa e interesante. Recomendada
ResponderEliminar