Desde su privilegiada posición en la colina La Trinidad, la casona de la antigua hacienda del mismo nombre fue centro generador de diversas manifestaciones culturales materiales e inmateriales, cuyos vestigios se ubican en su mayoría sobre una superficie aproximada de 75 ha., y reflejan la historia y el antiguo esplendor de la que fuera propiedad del marqués de Casa León y de tres mandatarios venezolanos: José Antonio Páez, Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez.
El variado conjunto de manifestaciones culturales está representado por indicios de yacimientos arqueológicos de pueblos aborígenes, edificaciones de los siglos XVIII al XX, instalaciones docentes y deportivas, objetos y creaciones artísticas, colecciones de especies vegetales vivas y tierras de alto valor agrícola, actualmente subutilizadas y sometidas a una fuerte presión urbana. Pero también por la obra Casa León y su tiempo -la cual determinó que su autor, Mario Briceño Iragorry (Trujillo 1897- Caracas 1958), se convirtiera en epónimo del municipio-, así como por un conjunto de testimonios orales relacionados con la hacienda y su casa principal.
Croquis de la casona de La Trinidad y su área de influencia. Esta área posee alto interés patrimonial para el municipio Mario Briceño Iragorry y para el estado Aragua (Asociación Civil Hacienda La Trinidad).
Todo ello conforma un espacio de excepcional valor para el desarrollo de proyectos agropecuarios, turísticos, educativos y de prestación de servicios especializados, espacio que podría además transformarse en la futura gran área recreativa y cultural del municipio Mario Briceño Iragorry, cuya población se encuentra en pleno crecimiento. Este objetivo es todavía posible si se aplica una política de desarrollo urbano coherente, se cuenta con la voluntad política necesaria y se emprende en forma inmediata las acciones pertinentes.
En esta y próximas entradas serán abordados los bienes culturales de mayor significación presentes en el área de influencia de la casona, testigo histórico de relieve, obra de singulares características arquitectónicas, sitio de valor estratégico y patrimonio cultural en grave peligro de desaparición.
LA CASONA de La Trinidad
La casona de la antigua hacienda La Trinidad fue testigo de hechos históricos y socioeconómicos de relevancia nacional. Esta edificación fue construida en 1740 sobre una colina, desde la que podía observarse los alrededores.
Es de planta rectangular, con dos patios y dos niveles, y con estructura de muros portantes de mampostería y tapia, y contrafuertes de piedras y ladrillos (CONAC, 1992).
Plano de la planta baja de la casona (borrador, Arq. Ileana Vásquez, 2002).[1]
Detalle de gruesos muros de tapia oscura, de piedras finas; técnica constructiva poco común [2].
Las fachadas sur y oeste del primer nivel muestran arcadas y pilares que rodean un amplio corredor.
Ala oeste del corredor en la planta baja. Al fondo, vano de acceso al oratorio.
Ala norte del corredor en la planta baja. Al centro, acceso principal al interior de la edificación.
Otro corredor en el segundo nivel está rodeado por pilares en madera con zapatas del mismo material, cerrados con una barandilla en hierro y madera.
Vista del ala oeste del corredor en el segundo nivel. Además de los pilares en madera, se observa la barandilla que los cierra.
Detalle de pilar y zapata en madera.
Los frisos de las paredes interiores conservaban todavía en 2003 vestigios de pintura decorativa con motivos de mármoles, de figuras lineales y orgánicas, de laureles y de guirnaldas.
El techo, a cuatro aguas, entablado y con cubierta de tejas, terminó de colapsar entre 2010 y 2011. Su estructura era de pares y nudillos, con zapatas oblicuas y tirante doble a lo ancho.
La dura madera mostraba una fina labor de ebanistería, al igual que los batientes de cerramientos de puertas y ventanas.
Cerramientos a doble hoja de puertas y ventanas, y detalle del trabajo de ebanistería. En la foto inferior puede observarse también los poyos, en mampostería con tope de madera.
La herrería, de forjado, era en cambio de formas sencillas.
Vista de la fachada norte de la casona. Puede observarse el sencillo trabajo de herrería de forjado en los vanos de ventana.
Su pequeño oratorio, a doble altura, luce aún restos de pintura con motivos vegetales y de lacería, así como un estrecho balcón con antepecho de varillas de madera, que apenas asoma en el segundo nivel, y desde donde, discretamente, las mujeres de la casa podían oír la misa.
Los pisos son diversos, de acuerdo con los distintos ambientes del inmueble: madera, cemento gris y rojo, baldosas hexagonales de barro cocido y piedra. El ascenso hacia la entrada principal está servido por una escalinata con tres grandes terrazas ajardinadas con macetas y balaustradas.
Detalle de balaustrada de una de las terrazas ajardinadas.
Uno de los cuatro considerando para la declaratoria en 1991 como Monumento Histórico Nacional reza “Que dicha casona, representa un alto valor histórico y arquitectónico para la ciudad de Maracay y uno de los últimos ejemplos de casa de hacienda colonial de fines del siglo XVIII”. El último de ellos enuncia “Que en la opinión de los miembros de la Junta, el mencionado inmueble debe ser conservado para las futuras generaciones”. Veinte años más tarde, este monumento amenaza convertirse en ruina de manera inminente e irreversible.
FUENTES:
Asociación Civil “Hacienda La Trinidad”. [Página Web en línea]. Disponible:
http://haciendalatrinidad.org.ve/ [Consulta: 2011, marzo 12].
Consejo Nacional de la Cultura-CONAC. (1992). Inventario de Patrimonio Cultural: Bienes inmuebles: Aragua. Caracas: Autor.
NOTAS:
[1] El uso de las fotos que ilustran esta entrada ha sido autorizado por su autora, arquitecta Ileana Vásquez, a quien manifiesto mi reconocimiento por su fundamental contribución al registro gráfico de la Casona de La Trinidad, testimonio único sobre bienes y detalles probablemente irrecuperables.
[2] Comentario a la fotografía, de la Arq. I. Vásquez (2011, febrero).