viernes, 3 de diciembre de 2010

Cementerio La Primavera de Maracay. Arte Funeraria: Las Secciones Especiales. Sector Sur.


En la relación de los bienes materiales de interés cultural existentes en el cementerio “La Primavera” de Maracay han sido abordados de manera individual los monumentos más representativos sin que para ello fuese necesario tomar en cuenta el sector específico donde cada uno se localiza. Existen en cambio otras situaciones en las que el análisis de los monumentos debe ser llevado a cabo con una visión de conjunto, bien por la relativa homogeneidad tipológica o de destinatarios presente en un área determinada, bien por la ubicación de los monumentos en superficies de uso exclusivo según condiciones de credo o de profesión, o bien por el carácter excepcional de los mismos. Vistas desde la perspectiva de un museo, estas áreas singulares hacen las veces de secciones o salas temáticas.

Este es el caso del sector sur del cementerio, de las áreas de enterramiento de púberes (niños, niñas y adolescentes), de los apartamientos judíos y del Panteón del Aviador Caído, los cuales agrupan un conjunto de bienes diversos con forma y/o contenidos comunes y vinculados, representativos de una época, de una particular forma expresiva, o bien de una cultura o profesión determinadas.

Serán obviadas no obstante, para los efectos de este trabajo, las áreas presuntamente destinadas al enterramiento de púberes, que grosso modo se ha logrado delinear en diversos sectores del cementerio pero que no constituyen espacios exclusivos y concentrados.[1] Por otra parte, el área de enterramiento de púberes en el sector oeste, que contiene monumentos de interés desde el punto de vista tipológico, se encuentra metodológicamente fuera del área de estudio, hecho que no ha impedido empero la utilización de algunos de sus monumentos para ejemplificar aspectos determinados que han sido analizados en la sección Colecciones de Arte Funeraria de La Primavera.


Sector Sur. Este sector del cementerio habría sido el lugar destinado para sepultar los restos que pudieron ser exhumados paulatinamente del viejo cementerio de la calle Páez antes de su destrucción en 1950 (A. Sánchez, comunicación personal, Octubre 7, 2009). Sin embargo, no se ha encontrado fuentes escritas claras ni gráficas que corroboren esta afirmación. En todo caso, los enterramientos no podrían ser anteriores al 06 de octubre de 1915, fecha en que el General Juan Vicente Gómez donara las tierras sobre las cuales se establecería el nuevo cementerio, el cual sería llamado “La Primavera” y bendecido el 24 de octubre del mismo año (Botello, 1980, 2007).

El sector en cuestión es aledaño al terreno donde se levanta el monumento denominado Mausoleo de Juan Vicente Gómez, también conocido como Panteón de la Familia Gómez (Hernández de Lasala, 1990), y en él han sido registrados cerca de sesenta monumentos de interés, un significativo número de los cuales presenta una tipología que responde a formas comúnmente observadas en cementerios de Venezuela que datan del siglo XIX. Posee asimismo muestras identificadas de la producción de tres de las firmas marmolistas más significativas del país: J. Roversi Sucs., E. Gariboldi y Francisco Pigna Sucrs.[2] Vale mencionar que varias lápidas ostentan el apellido Michelena, posiblemente vinculado a Santos Michelena si se toma en cuenta que al menos una de las personas aludidas, Juana Josefa Mandry Michelena, es mencionada como familiar del prócer maracayero (Botello, 2007, op. cit., p. 131), y que las tumbas se encuentran próximas unas a otras.

Veinticinco lápidas que se conservan entre esos monumentos dan cuenta de personas fallecidas entre 1916 y 1931, con la sola excepción de tres de ellas, que muestran fechas de deceso anteriores: (a) 11-11-1896 (Rafael Ontiveros); (b) 29-05-1902 (María Ignacia Rodríguez Rodríguez), y (c) 23-¿?-1912 (Juana Josefa Mandry Michelena), 20-03-1912 (Luisa Michelena de Mandry) y 07-08-1914 (José Ma. Michelena Uriarte). A no ser que, casual o intencionalmente, hayan desaparecido en mayor proporción las lápidas con fechas de fallecimiento anteriores al 25 de octubre 1915, día en que comenzó a operar “La Primavera” según consta en el primer libro de enterramiento conservado (Inhumación de púberes,1915-1932), el predominio de fechas bastante posteriores a ese día no representa un apoyo favorable a la afirmación del informante. A ello se contrapone en tanto el hecho de que no se ha encontrado en otro sector del cementerio epitafio alguno con datas anteriores a 1915, así como tampoco una concentración tal de monumentos de aires decimonónicos. Dichos factores otorgan notable valor al sector sur al presentar éste una muestra única de obras funerarias con particulares características formales, estilísticas y constructivas que desaparecieron del patrimonio funerario maracayero a raíz de la destrucción total del viejo cementerio de la calle Páez, que databa de 1839 (Botello, 2007, op. cit.).





Entre los diversos monumentos registrados en este sector, algunos son representativos de la variedad tipológica allí existente. En este sentido vale destacar un conjunto de cinco tumbas[3] contiguas dispuestas en una línea, una al lado de la otra, en dirección norte-sur, y probablemente pertenecientes a la familia Ontiveros. Las tres centrales, construidas en mampostería (ladrillo de arcilla cocida y mortero), con revoque de hormigón hoy día desprendido en gran parte, reproducen las formas decimonónicas de sarcófago (Herrera Moreno, 2005; Ceballos Barbancho, 1998).[4] Los restos de revoque que se conservan permiten suponer que estas tumbas ostentaron un acabado superficial liso y una sencilla ornamentación consistente en molduras, pilastras esquineras y tal vez floreros. Sólo una conserva lápida, la cual está dedicada a Rafael Ontiveros y es la de data más antigua encontrada en el cementerio (1896). Las dos tumbas extremas son de construcción más reciente, y aun cuando su diseño procura respetar el modelo de las más antiguas mediante una conformación en cuerpos escalonados, están elaboradas en bloque y hormigón, y presentan un acabado superficial de líneas simples y sin ornamento alguno, salvo el revestimiento en placas de granito del segundo cuerpo. La del extremo norte, contigua a la de Rafael Ontiveros, también conserva su lápida, cuyo epitafio hace referencia a Flor Ontiveros, fallecida en 1956. La introducción de formas y de técnicas constructivas novedosas, lejos de afectar la armonía del conjunto, lo enriquecen, hecho que ejemplifica los aciertos de una buena intervención.




Las tumbas con formas de sarcófago se presentan asimismo combinadas con elementos verticales, tal como puede observarse en dos monumentos representativos. El primero, con un cipo[5] pilastra de cabecera, resguarda los restos de Petronila de León y Francisca de Castro, ambas fallecidas en 1916, cuya lápida ostenta la identificación de la firma marmolista “J. Roversi Sucs.”. El segundo (s.i., s.f.) posee de cabecera un cipo pedestal en hormigón armado o en mampostería con revoque de hormigón modelado figurando el Calvario, con motivos florales y de excelente factura, el cual, por lógica, debió servir de soporte a un crucifijo, hoy día faltante. Cipos similares se han encontrado en otros sectores del cementerio, pero la calidad de los mismos es variable.





Son más frecuentes las tumbas ordinarias con cuerpo de reducido espesor, en mampostería o en hormigón armado, sólo ornamentadas con sencillas molduras, y en ocasiones con acabado superficial completamente liso. Por lo general ostentan un elemento vertical (un cipo, una estela o un edículo), [6] que predomina en la composición. Son buen ejemplo de ello cuatro monumentos: (a) la tumba de Críspula P. de Pererira, fallecida en 1917, en cuyo centro se levanta un ornamentado cipo pedestal en mampostería con revestimiento de hormigón moldeado, que soporta una columna trunca y de fuste estriado en el mismo material. Una pequeña cruz en hormigón acostada en la cabecera de la tumba resulta extraña en la composición, lo cual deja abierta la posibilidad de un posterior añadido del cipo y la columna; (b) la tumba de Santos Curvelo, fallecido en 1917, en cuya cabecera se alza una especie de estela que ostenta los restos de un ánfora en mampostería revocada en hormigón. Esta tumba se encuentra además rodeada de una cerca en herrería artística de forjado de proporciones adecuadas y con valor estético; (c) una tumba (s.i., s.f) con estela en mampostería y revoque de hormigón, ornamentada con motivos de pilastras y rematado en volutas encontradas sobre las cuales se alza una cruz en herrería artística de forjado, y (d) una tumba (s.i., s.f.) con edículo capilla en mampostería y revoque de hormigón que presenta motivos de pilastras y remate en forma de tres pináculos, de los cuales el central tiene mayor altura y posiblemente estuvo coronado con una cruz en herrería artística.






Han sido registradas en este sector tres tumbas con forma de cama sepulcral,[7] en las que destaca fundamentalmente la cabecera figurando un cojín arrollado, con adornos fitomorfos. Dos de ellas poseen como añadido una cruz acostada en hormigón texturizado. Dicha cruz parece remitir a las figuras yacentes que suelen lucir los monumentos de este tipo.




Predomina en el sector, tanto por sus dimensiones como por su singularidad, la estela en mampostería que preside el monumento de Dorotea Rangel, fallecida en 1921. Esta estela figura un retablo de estilo barroco, con dos hornacinas y con pilastras corridas desde la base (sotabanco), y cuyo frontón, de forma redondeada y carente de ornamentación, se encuentra coronado por dos cruces en herrería artística, de las cuales sólo una se conserva íntegra. El monumento abarca tres lotes de terreno dispuestos en una línea y se encuentra delimitado por pilares, posiblemente también en mampostería, con vestigios de cerramiento en cadena. En el sector norte del cementerio, a un lado a la capilla, se puede apreciar otra estela del mismo tipo (en la tumba de Francisca Matute, fallecida en 1931), pero con dimensiones notablemente más reducidas.




El sector sur fue siendo ocupado a lo largo de los años por monumentos de apariencia alejada de las formas decimonónicas a que se ha hecho referencia en las líneas precedentes. Varios de estos monumentos carecen de rasgos dignos de comentario; sin embargo, debe hacerse mención, aparte de los ya señalados de J. Roversi, E. Gariboldi y F. Pigna (y que serán tratados en otra oportunidad), de al menos otros cuatro sin identificación de constructor, pero que bien podrían ser atribuibles a alguna de esas firmas. El primero de ellos presenta restos de lápida que permiten rescatar apenas el apellido López y la posible fecha de fallecimiento (1928). Se trata de una tumba de dos cuerpos superpuestos y con pilares en caliza, y cuya área central presenta un revestimiento de baldosas 10x10 cm. en caliza y mármol dispuestas en damero. Destaca en la cabecera el pedestal en granito cincelado que figura el Calvario, con motivos florales y con vestigios de haber servido de soporte a un objeto, posiblemente un crucifijo en mármol.




El segundo monumento es la tumba de Manuel Méndez (fallecido en 1931), conformada por tres cuerpos escalonados, el segundo de los cuales se encuentra revestido en sus bordes con placas de caliza y en su área central con baldosas 15x15 cm. de caliza y mármol dispuestas en damero. Destacan tanto el tercer cuerpo, que está revestido en mármol y que sirve de apoyo a la lápida, así como el cipo pedestal en la cabecera -también revestido en mármol- cuya cara frontal (norte) ostenta un magnífico relieve con motivo de rosas y sobre cuya cara superior parece haberse posado un crucifijo en el mismo material, considerando los restos que permanecen al pie del referido monumento.


El tercer y cuarto monumentos dignos de mención son dos plataformas[8] sin identificación y sin fechas conocidas. La primera está conformada por tres lotes dispuestos en una línea en sentido este-oeste y se compone de un cuerpo con pilares y bordes revestidos en caliza, y cuya área central se encuentra recubierta con baldosas 15x15 cm. en caliza y mármol dispuestas en damero. A la cabecera del lote central se encuentra un cipo pedestal revestido en mármol, que servía de soporte a una imagen de la Inmaculada Concepción en el mismo material y de excelente factura, y que hoy día permanece sobre el piso.


La segunda plataforma está conformada por dos lotes dispuestos en dos líneas. Este monumento está compuesto de dos cuerpos escalonados, el segundo de los cuales se encuentra revestido en piedras bastas de caliza. A la cabecera hay un cipo, también revestido en piedra natural basta, que parece figurar una fuente cuyo fluido, representado mediante láminas metálicas moldeadas, recogen tres ánforas en hormigón con sencillos ornamentos florales. Aun cuando su calidad no alcance la de los otros monumentos de este cuarteto, éste en tanto posee el interés de constituir tal vez una propuesta pionera en La Primavera de plataformas alargadas y estrechas, ejemplos de las cuales son, por cierto, poco frecuentes en este cementerio.


NOTAS:

[1] Es posible, tal vez por razones circunstanciales, que la administración del cementerio haya adoptado la política de asignar en los cuarteles líneas para la sepultura de púberes, en lugar de áreas específicas claramente delimitadas. Tal posibilidad puede colegirse de la revisión del libro de enterramientos 1915-1932, al menos en lo que respecta al caso específico de los infantes fallecidos a causa de la llamada “gripe española” de 1918 (posiblemente alrededor de 60 niñas y niños), para quienes fueron asignadas las líneas n° 2 y n° 5 del Segundo Cuartel del cementerio. La presunta continuación de esta política pudo ser la causa de la presencia de numerosas agrupaciones de monumentos de púberes cuya dispersión dificulta cualquier intento de delimitación abarcadora.

[2] Las obras correspondientes a estas firmas serán comentadas en una sección específica y en una próxima entrada. NPA.

[3] Dentro de la tipología de monumentos funerarios utilizada en este trabajo, se denomina tumba un monumento conformado por un elemento horizontal construido sobre un lote de sepultura.

[4] El sarcófago es en principio una obra en piedra elevada del suelo, a manera de arca, utilizada como sepulcro. Los antiguos romanos acostumbraban decorarlo ricamente, entre los siglos II a.C. y IV d.C. Ejemplo de este tipo de monumento funerario es el sarcófago llamado "Ludovisi" (siglo II-III d.C.), decorado con una batalla entre galos y romanos (col. Museo del Capitolio, Roma; ilustración tomada de Huyghe, 1977).




[5] Dentro de la tipología de monumentos funerarios utilizada en este trabajo, se denomina cipo un elemento vertical, por lo general más alto que ancho, destinado a recibir inscripciones. El cipo pilastra tiene un carácter fundamentalmente decorativo; el cipo pedestal tiene un carácter fundamentalmente de soporte de objetos.

[6] Dentro de la tipología de monumentos funerarios utilizada en este trabajo, se denomina estela un elemento vertical plano, que sirve de soporte a inscripciones, retratos, figuras u objetos añadidos (una cruz, por ejemplo), referidos al difunto o difunta, o a su profesión de fe. Un edículo es, en tanto, un edificio en miniatura destinado a alojar figuras religiosas o a proteger del viento velas encendidas. El edículo es llamado capilla o nicho, si se encuentra cerrado por tres o por dos de sus lados, respectivamente; si se trata en cambio de una estructura libre de cerramientos, con sólo columnas que sostienen el techo, se habla entonces de edículo templete.

[7] Forma originada del progresivo desarrollo de las lápidas sepulcrales que, en sus orígenes eran una piedra o una losa plana que señalaba un sitio de sepultura o que servía de base a inscripciones. Con el tiempo ganaron en volumen y elaboración hasta llegar a convertirse en verdaderas obras de arte. Con frecuencia muestran figuras yacentes que aluden al difunto o difunta.

[8] Dentro de la tipología de monumentos funerarios utilizada en este trabajo, se denomina plataforma un monumento conformado por un elemento horizontal construido sobre dos o más lotes de sepultura.



FUENTES CONSULTADAS:

Botello, O. (1980). Maracay: Noticias del viejo valle. Maracay: Concejo Municipal del Distrito Girardot.

Botello, O. (2007). Toponimia antigua de Maracay: Calles, plazas, esquinas, casas, sitios. Maracay: Concejo Municipal de Girardot.

Ceballos Barbancho, J. (1998). Aproximación tipológica al arte funerario y sepulcral en la arquitectura religiosa de la diócesis Coria-Cáceres (ss. XV-XVIII) [Documento en línea]. Ponencia presentada en los XXVII Coloquios Históricos de Extremadura, Cáceres. Disponible: http://www.chde.org/index.php?option=com_content&view=article&id=483:aproximacion-tipologica-al-arte-funerario-y-sepulcral-en-la-arquitectura-religiosa-de-la-diocesis-coria-caceres-ss-xv-xviii&catid=38:1998&Itemid=88 [Consulta: 2009, Diciembre 7]

Hernández de Lasala, S. (1990). Malaussena: Arquitectura académica en la Venezuela moderna. Caracas: Fundación Pampero.

Herrera Moreno, E. (2005). Tipología arquitectónica de los monumentos funerarios del Panteón francés de La Piedad de la ciudad de México. Apuntes [Revista en línea], 18(1-2), 106-117. Disponible: http://revistas.javeriana.edu.co/ sitio/apuntes/sccs/tabla_contenido.php?id_revista=30 [Consulta: 2009, Octubre 09]

Huyghe, René. (1977). El arte y el hombre. Vol. I. Barcelona, España: Planeta.

4 comentarios:

  1. excelente.!!! amo los cementerios.. y no sabia que este era asi... dicen que el que entra alli, es victima de la delincuencia.. pero vale la pena ir y echarle un ojo a todas esas tumbas, sepulcros y esculturas molde que han sido convertidas en piezas unicas por el paso del tiempo..!!
    Viva nuestra maracay bonita.!!

    ResponderEliminar
  2. Pedro Hernández dice:
    Gracias por tu participación mediante este entusiasta y contagioso comentario. Es posible que por estas fechas lluviosas el sector sur del cementerio (donde se concentran estos singulares monumentos) se encuentre invadido por la maleza, ya que es un sitio poco transitado. En verano, este sector es por lo general objeto de quemas, luego de las cuales se hace más accesible. En todo caso lo más recomendable es hacerlo durante los días de los Santos y de los Difuntos, cuando hay gente por doquier. Como mucho, puede visitarse, con más cautela, los domingos -preferiblemente en la mañana-, pero nunca durante el resto de la semana.

    ResponderEliminar
  3. hoy es el cuarto mes desde que fallecio mi padre, fuimos en familia al panteon y fue algo deprimente debido a la basura acumulada, ademas reina la delincuencia, los asaltos al orden del dia, ese es un panteon que tiene cien años mas o menos, a mi tambien me gustan los panteones pero ahora que llevo a mis hijos me da temor ir. soy de mexicali, mexico y es una zona desertica asi que de vegetacion no hablar, solo chamizos jeje, saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Gracias por tu comentario! No quedé claro en si te estás refiriendo a La Primavera - que en verdad, y lamentablemente, se encuentra abandonado, a la buena de Dios-, o al cementerio de Mexicali. Si fuera esto último (y creo que sí,pues habla de un panteón centenario), me sorprende, porque guardaba la esperanza de que los cementerios tradicionales en México tuvieran mejor suerte que los de Venezuela, por toda la tradición que ustedes tienen respecto del Día de Difuntos. Saludos.

      Eliminar